El 'Plan B' del Resucitado y un traslado con «previsión»

Leo Cortijo
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La hermandad del Domingo de Resurrección modifica su sede canónica de Santa Ana a El Salvador, su iglesia fundacional, ante la posibilidad de que San Andrés adquiera un uso cultural que pusiera en riesgo su salida procesional

El ‘Plan B’ del Resucitado y un traslado con «previsión» - Foto: Sara Ayllón

Todo comienza en 2016. La prensa publica que la iglesia de San Andrés podría convertirse en un museo de títeres. Es entonces cuando la junta de diputación de la Venerable Hermandad de Nuestro Señor Resucitado y María Santísima del Amparo se pone manos a la obra. «Era importante actuar con la mayor previsión posible», destaca el actual secretario de la cofradía, Javier Caruda. Una idea que se vio reforzada en febrero de este año, cuando el Ayuntamiento ofreció la iglesia a la Fundación Antonio Saura con el fin de liberar la Casa Zavala para que ésta pudiera acoger la colección de arte de Roberto Polo.

«Ahí entendimos que hay cierta voluntad de dar un uso cultural a la iglesia de San Andrés, algo que podía poner en peligro la salida procesional de nuestra hermandad», destaca Caruda. Por esta misma razón, dejaron el inmovilismo a un lado y movieron ficha: «Teníamos que poner en marcha un ‘Plan B’ por si acaso llegaba esa situación, que no sabíamos si se produciría en 12 meses o en 15 años...». De esta forma, sobre la mesa se pusieron varias posibilidades. Se descartaron las que no convenían por diversas razones y en el horizonte asomó como la solución «más adecuada» la iglesia de El Salvador.

En este punto, Caruda recuerda que la hermandad tiene como sede fundacional esta iglesia y que desde la refundación en el año 1973 «siempre se había trabajado por regresar». Es más, destaca, «cada vez que preguntábamos si podíamos volver nos decían que no porque no había espacio». Pero esta vez algo había cambiado. En esta ocasión el párroco de El Salvador, Gonzalo Marín, abrió la puerta que siempre se encontraron cerrada. «La primera pregunta que le hicimos era si podíamos salir desde allí aunque ésta no fuera nuestra sede canónica y nos dijo que no, que tendríamos que estar allí», explica el secretario. En ese punto, el propio párroco les animó a dar el paso: «Nos abrió los ojos, le preguntamos si podíamos trasladar allí las imágenes y nos dijo que no había ningún problema».

Problema resuelto. «De esta forma no solo cumplíamos el objetivo número uno de este proceso, que era tener una solución a nuestra salida en procesión en caso de no poder hacerla desde San Andrés, sino que además recuperábamos la que fue nuestra iglesia fundacional y aumentábamos las horas de culto de las imágenes». En palabras Caruda, «en el centro del debate pusimos lo que entendíamos era lo mejor para la hermandad», lo que no quita para estar «eternamente agradecidos» a la parroquia de Santa Ana, que ha sido la «casa» de la hermandad desde el año 1985. «Nos hemos ido con mucha pena», sentencia al respecto.

Ahora la hermandad del Resucitado abre «una etapa ilusionante», pues este traslado va a suponer muchas cosas, fundamentalmente, «amoldarnos a ciertas celebraciones parroquiales que para nosotros son nuevas, lo que conlleva una mayor implicación por parte de los hermanos», apunta Caruda. En este sentido, cree que este cambio supone «un revulsivo, una nueva ilusión a la hora de hacer cosas y de trabajar con las hermandades en proyectos conjuntos». No le falta razón, pues pasarán de actuar de una manera a hacerlo de otra que les obligará a «diversificar las actividades», y en ese aspecto resultará «necesaria» la participación de los hermanos. «En eso estamos», dice Caruda, «en implicar a más gente para que la vida en hermandad sea más próspera todavía».

Asimismo, el secretario de la hermandad del Domingo de Resurrección quiere dejar claro que este traslado de sede canónica no va a suponer de forma inmediata un cambio en el punto de partida de su desfile procesional: «Nuestra voluntad es mantener la salida desde la iglesia de San Andrés como se ha realizado hasta ahora». Es más, recalca, «trabajaremos junto a la Junta de Cofradías para que este recurso nazareno no se pierda».

Apoyo notable de los hermanos. La hoja de ruta de este traslado ha sido la pertinente y más lógica. En la junta general de abril, los hermanos dieron su voto de confianza para que la directiva comenzara a tratar las gestiones oportunas. Así hasta que el pasado 16 de noviembre, en una junta extraordinaria que fue muy concurrida, aprobaron por «aplastante mayoría» el cambio de sede. Caruda apostilla en este punto que se demoró de abril a noviembre la aprobación porque este proceso ha coincidido con la restauración de la imagen de Jesús Resucitado. El traslado de las imágenes fue efectivo el pasado día 2. En este momento, y por indicación del párroco de El Salvador, las dos tallas de la hermandad descansan –en un altar de los años 50 que han recuperado y restaurado para la ocasión– debajo del coro y al lado del altar de la Verónica. Eso sí, tal y como explica Caruda, «nos gustaría, en la medida de lo posible y a un medio plazo de tiempo, recuperar el espacio que tuvimos en su momento, nada más pasar a mano izquierda». Ahora bien, el secretario realiza este apunte entendiendo que «es el párroco el que nos tiene que marcar esta circunstancia, pues nosotros estamos a su disposición».

No en vano, Caruda se deshace en elogios hacia Gonzalo Marín, ya que «ha sido completamente receptivo a la problemática que teníamos en todo momento y ha abierto de par en par la iglesia a la hermandad». Es más, «nos ha hecho sentir como uno más cuando incluso las imágenes no estaban todavía en El Salvador». Estos mismos elogios se hacen extensibles hacia el resto de hermandades del templo, pues «desde el minuto uno nos hemos puesto a su disposición y, a su vez, ellas también a la nuestra para trabajar conjuntamente por el bien de la parroquia». Caruda termina reconociendo que están «muy contentos» porque «nos han recibido con los brazos abiertos, deseando hacer cosas juntos y alegrándonos por la decisión tomada».