La reconversión láctea

Vidal Maté
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Desde 2016 se ha producido una reducción de más del 30% de las explotaciones más pequeñas y un aumento de entre un 40% y 60% de las más grandes. La media de animales por granja ha aumentado un 25%

La reconversión láctea - Foto: Eugenio Gutierrez Martinez Eugenio Gutiérrez Martí

El final de las cuotas lácteas en 2015 se consideraba que podía suponer un fuerte incremento de las producciones y, sobre todo, la posibilidad de una deslocalización de las explotaciones. Se esperaba que perdieran peso las zonas tradicionalmente productoras para ganarlo áreas en las que se funciona de manera básicamente intensiva, menos ligadas a los pastos y más cerca de los centros de consumo.

No fue así. Hubo cambios en el sector con un ligero aumento del volumen de las explotaciones y de sus producciones. Y nada más. Pero lo que no se produjo con el fin de las cuotas lo han conseguido los bajos precios en los últimos años. Hoy, como consecuencia de un desajuste entre la oferta y la demanda, menos producción en países como Nueva Zelanda, Australia o Estados Unidos y las mayores compras de países asiáticos como China, el sector vive un momento dulce con una subida de las cotizaciones, aunque con retraso y por debajo de otros países comunitarios. Sin embargo, como sucediera hace décadas con el porcino, el sector de la leche ha experimentado una profunda reconversión, tanto en el número de explotaciones como, sobre todo, en su localización, dejando de ser una producción casi exclusiva de la Cornisa Cantábrica; y también por su redimensionamiento, para el que Agricultura plantea poner el techo en 850 animales.

Con los precios a la baja, el sector de la leche ha sufrido desde la eliminación de las cuotas un abandono anual de entre 700 y 800 ganaderos, pasado de unos 16.000 en 2016 a los menos de 12.000 actuales.

La reconversión láctea, en lo que afecta al tamaño de las explotaciones, ha tenido diferentes respuestas. Los ganaderos del nivel uno, con una producción de hasta los 50.000 litros -equivalente a menos de 10 vacas-, entre 2016 y 2020 pasaron de 2.649 a 1.530, con un descenso del 43%; las explotaciones del nivel dos, con entregas entre los 50.000 y los 200.000 litros -hasta 20 vacas-, cayeron de 6.016 a 4.169, el 31%; la granjas entre 200.000 y 500.000 litros, nivel tres, pasaron de 4.297 a 3.447, con una caída del 20%; y las explotaciones con entregas de 500.000 a un millón de litros, nivel cuatro, pasaron de 2.269 a 2.177, experimentando un recorte del 4%.

Por el contrario, los ganaderos nivel cinco, con entregas de uno a tres millones de litros, de 100 a 300 vacas, crecieron un 15% pasando de 1.291 a 1.488; las granjas con entregas entre tres y ocho millones de litros pasaron de 162 a 231, un 43% más; y las de más de ocho millones de litros, las mal llamadas macrogranjas, pasaron de 28 a 44, lo que supone un incremento del 57%.

Todos estos movimientos han supuesto cambios profundos en la aportación de cada grupo o nivel de explotaciones a la producción nacional. Así, las granjas más pequeñas, las de nivel uno, redujeron su volumen global de producción en un 38%; las granjas del nivel dos lo hicieron en un 27%; y en un 16% las explotaciones del nivel tres. Por el contrario, en su conjunto, las explotaciones del nivel cuatro mantuvieron estable su oferta y las granjas del nivel cinco, con producciones de entre uno y tres millones de litros, incrementaron su producción en un 21%. Las granjas de entre uno y tres millones de litros lo hicieron en un 40% y en un 62% las granjas con más de ocho millones de litros.

De acuerdo con esta evolución de las explotaciones y producciones, las granjas con menos de 500.000 litros han ido perdiendo peso en el conjunto de la oferta de leche, mantienen su cuota las explotaciones de entre 500.000 y un millón de litros, mientras las más grandes, con producciones por encima del millón de litros pasan de suponer el 45% de la producción al 56%. Concretamente, las granjas con producciones de entre cinco y ocho millones de litros pasan de suponer el 10% al 14% de la oferta total de leche y las de más de ocho millones, del 6% al 9%.

En ese proceso de transformación ha jugado un papel importante la apuesta del sector por la mejora genética y de la sanidad hasta conseguir producciones por encima de los 10.000 litros por vaca, pero también por el tamaño de las explotaciones. Entre 2016 y 2020 la media de vacas por granja pasó de 51 a 64, un 25% más, pero esta media supera las 300 vacas en comunidades autónomas como Aragón, Murcia o Valencia y ronda esa cifra en La Rioja, con incrementos superiores al 50%. 190 cabezas en Cataluña, 170 en Madrid, 160 en Castilla-La Mancha o 100 en Castilla y León. Frente a la evolución en estas zonas, en la Cornisa Cantábrica los incrementos solo se situaron en el entorno del 20% hasta los 42 animales en Asturias, 54 en Cantabria, 67 en País Vasco y 45 en Galicia.

Con todos los procesos de cambio en el sector, la producción creció globalmente una media del 7,5% entre 2016 y 2020, de 6,88 a 7,405 millones de toneladas, para congelarse en 2021 en 7,477 millones de toneladas. Desde 2016 el incremento de la producción en Galicia fue del 11%, lo que ha supuesto una excepción, dado que en otras zonas tradicionalmente ganaderas las producciones se han estabilizado o bajado ligeramente, como en Cantabria. Por el contrario suben en el resto con cifras que llegan al 31% en La Rioja, 19% en Aragón, 18% en Valencia, 11% en Andalucía, 7% en Castilla y León o 5% en Castilla-La Mancha.

De las 44 explotaciones más grandes, con producciones de más de ocho millones de litros -más de 800 vacas-, 14 se hallaban ya en 2016 en Cataluña, cifra que se mantiene en 2020, otras siete se hallan en Castilla y León, seis en Aragón, cuatro en Castilla la Mancha, tres en Navarra y Valencia, dos en Murcia y Andalucía y una en La Rioja.

Por razones de competitividad y de viabilidad, la leche avanzará hacia explotaciones más grandes en base a una nueva regulación, alejada de las mal llamadas macrogranjas, con una dimensión máxima de 850 cabezas, tamaño que, para COAG, supondría echar del sector a miles de las explotaciones pequeñas y medianas, pero que reabre un debate sobre lo que es una explotación familiar.

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