«Debemos demostrar que Cuenca quiere a su Semana Santa»

Leo Cortijo
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La Pasión que «entre todos» tenemos que lograr posicionar como «la mejor de la historia». El máximo responsable de la Junta de Cofradías descuenta ya los días en el calendario para que San Andrés vuelva a abrir sus puertas.

«Debemos demostrar que Cuenca quiere a su Semana Santa» - Foto: Reyes Martínez

Prudencia, trabajo y esperanza. Estas tres palabras definen a la perfección el sentir de Jorge Sánchez Albendea unos días después de vivir la gran puesta de largo de la Semana Santa de esta año. La Pasión del reencuentro y del homenaje a los nazarenos que el maldito bicho nos arrebató. La Pasión que «entre todos» tenemos que lograr posicionar como «la mejor de la historia». El máximo responsable de la Junta de Cofradías descuenta ya los días en el calendario para que San Andrés vuelva a abrir sus puertas. Tarde o temprano, pero todo llega. Al fin.

Más de 1.000 días después de la última procesión, ¿la Cuenca nazarena tiene motivos para la ilusión? ¿No siente que esto es como un resurgir de nuestras cenizas?

El deseo de todos los nazarenos y de todos los conquenses, porque en definitiva todos amamos a nuestra Semana Santa, es que así sea. En la presentación del viernes dije que este acto suponía cerrar un paréntesis que ojalá nunca más vuelva a abrirse. Con esa fuerza estamos trabajando en la organización de la Semana de Pasión. Ahora mismo tenemos la mayor de las ilusiones, pero también de las responsabilidades, porque va a ser un año distinto a todo lo que hayamos podido vivir hasta ahora. Tenemos la incertidumbre de saber cómo responderá la gente y, especialmente, los jóvenes que han estado tres años desconectados en algunos casos… Tenemos que ver cómo gestionamos esa desconexión y cómo volvemos a conectarlos, y eso no es fácil.

Es su Semana Santa número 15 como presidente de la institución nazarena. ¿Tiene la sensación de que es en la que más se juega?

Es la que me ha obligado a un plus más de responsabilidad y de esfuerzo, porque hasta ahora todo rodaba, las cuotas de participación eran súper elevadas y el funcionamiento era normal. Este paréntesis ha supuesto que muchos aspectos los tuviéramos que volver a reactivar. Ver la reacción de la gente y cómo vuelve todo a arrancar sí me genera ese plus de que algo más hay que hacer para que la Semana Santa sea lo que siempre ha sido, que no me cabe la menor duda de que así será. Antes solamente nos ceñíamos a atender todas las demandas de las hermandades. Este año, aparte de eso, teníamos la necesidad de motivar e ilusionar a la gente porque nuestros pasos van a volver a la calle.

¿La espectacular presentación del viernes ha sido el primer golpe sobre la mesa en torno a ese plus que comenta que había que dar?

Efectivamente. Eso es lo que intentábamos con un acto diferente al de todos los años, especialmente con la carga de emotividad que tuvo. Creo que con esa presentación lo que hemos dejado claro es que la comunidad nazarena arranca de forma definitiva. Esto lo digo con toda la precaución del mundo porque, evidentemente, la pandemia está ahí y no sabemos qué ocurrirá. Nuestra obligación era hacerlo y lo hemos hecho. Queríamos que fuese especial y que sirviese de reconocimiento a todos esos nazarenos que nos han dejado y que no veremos en las próximas cenas de banceros o en las puestas en andas, por ejemplo. Por eso dije que este año más que nunca, el mejor tributo que les podemos rendir es que hagamos la mejor Semana Santa de la historia.

Más asuntos: el esperado cartel. Dos años después recuperamos ese deporte nacional de opinar sobre la obra del artista. ¿Qué le parece?

Satisfacer a todo el mundo es muy complicado, y más en el cartel de la Semana Santa (risas), pero creo que la respuesta de la inmensa mayoría de gente ha sido totalmente afirmativa. Es un cartel que conjuga lo que es el cartelista, que es fotografía y arquitectura, y todo muy bien tratado y mezclado. Además es una pieza que nos representa a todos. Para nosotros, particularmente, es un gran cartel. Creo que hemos sido la última Semana Santa –de las más importantes del país– en presentar el cartel y me gusta destacar que toda España ha estado pendiente. Cuenca es un referente en el mundo de la cartelería semanasantera y eso es algo que nos lo manifiesta en todos los foros nazarenos.

El que no sé si va a hacer algún cambio en el pregón es Antonio Pelayo, que espera como agua de mayo que llegue el Viernes de Dolores…

Sí (risas). Efectivamente, tanto al pregonero como al cartelista tenemos que agradecerles el esfuerzo de guardar en secreto ambas cosas. A Antonio hay que agradecerle muchísimo la complicidad que está teniendo con nosotros, por ejemplo desplazándose adrede desde Roma solo para dedicarnos unas palabras en la presentación. Hay que valorar que gente de ese nivel venga a pregonar y a darnos una visión distinta. Gracias a él y a su pregón podemos proyectarnos por toda España. 

Personalmente, lo que más me emocionó fue el spot, porque además sigue el hilo conductor que marcó toda la presentación, que es el recuerdo a los que ya no están…

El acto tenía esa carga emocional porque era de justicia celebrar que estamos aquí de nuevo, pero también para homenajear a los que ya no están con nosotros. El spot de este año eso lo recoge fenomenalmente. De hecho, el autor, Javier Cofreces, no quiso hablar en el acto porque quiere que su obra no sea explicada para que a cada uno le sugiera una cosa distinta. Nos lleva a un pensamiento íntimo y creo que muchos vamos a recordar esta Semana Santa de reencuentro precisamente gracias a ese spot. Es de una ternura y de una delicadeza especial y es algo diferente a lo que hemos visto estos años. Creo que este año tocaba este tipo de spot. 

Otras juntas de cofradías de España viven con cierta calma tensa la evolución de la pandemia. ¿Cómo lo afrontan en el seno de la JdC?

La palabra clave es prudencia. Tenemos que hacer lo que nos corresponde como Junta de Cofradías y como hermandades: trabajar, mantener la ilusión de que volvemos y tener todo preparado para que el Domingo de Ramos veamos a La Borriquilla en la calle. Lo que luego venga a posteriori, como no depende de nosotros, lo recibiremos, nos adaptaremos y veremos a ver qué hacer. Lo que sí te digo es que en el seno interno de la institución barajamos todos los posibles escenarios, tenemos varias alternativas y pensamos todo porque nuestro deseo es salir a la calle. Vemos que los indicadores van mejorando y, sobre todo, que hay conciertos o estadios de fútbol llenos, por ejemplo. ¿Por qué no vamos a poder celebrar nosotros nuestra Semana Santa?

¿Cómo cree que la comunidad nazarena conquense va a vivir esta Semana Santa después del parón?

Si hay algo que he querido transmitir a los nazarenos es que esta Semana Santa es una responsabilidad de todos. Este año todos somos muy responsables de lo que ocurre en la calle porque este paréntesis debe ser un capítulo cerrado para que todo se retome como antes. Es muy importante que nuestros desfiles procesionales sigan luciendo por bandera la devoción y la sobriedad, y es que nuestras señas de identidad las tenemos que mantener. Eso es responsabilidad del que sale con la tulipa, del que va debajo del paso y del espectador. Y eso es lo que pido, que nos concienciemos del papel que jugamos todos este año, porque si todo saliese bien esta Semana Santa y esas señas de identidad las mantenemos, supondrá un salto tremendo para volver a la absoluta normalidad. Si no fuera así, habríamos perdido muchísimo.

El camino recorrido entre marzo de 2020 y la presentación del viernes no ha resultado fácil. ¿Cómo ha sido ese peregrinaje en el desierto?

Han sido dos años de un trabajo muy callado y muy diferente porque había que tener muchas cosas preparadas. Económicamente sabíamos lo que nos iba a ocurrir en esta Semana Santa, y es que el presupuesto que acabamos de aprobar es inferior al de años anteriores. Sin embargo, el esfuerzo de la Junta de Cofradías va a permitir que los desfiles sean exactamente igual y eso no nace de un día para otro. La previsión económica exige una planificación que para que sea exitosa debe ser un trabajo de varios años. Han sido dos semanas santas muy distintas: la de 2020 fue tristísima por todo lo que pasó y porque estábamos encerrados en casa; y la del año pasado ya la vivimos en la calle e hicimos lo que pudimos para mantener viva la llama. Organizamos todo lo que organizamos lo mejor que supimos y creo que salió muy bien, pero esa no es nuestra especialidad, nuestra especialidad es organizar procesiones. 

Mantener viva la llama es el mantra que ha repetido hasta la saciedad estos dos años. Viendo la expectación el día de la presentación, ¿cree que se ha mantenido encendida y que los nazarenos no fallan?

Lo creo firmemente, sin duda ninguna. La gente de Cuenca lo ha demostrado estos dos años y este viernes lo reafirmó. Esta ciudad es nazarena al cien por cien. Muchas veces nos quejamos de cómo están las cosas en Cuenca y pudiera ser cierto, pero aquí tenemos un tesoro único que proteger y eso los conquenses lo sabemos. Este año, más que nunca, por responsabilidad y por homenaje a los que ya no están, tenemos que demostrar que Cuenca quiere a su Semana Santa y que ésta sería menos sin su Semana de Pasión.

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