Mirar para ver es el sugestivo y acertado título de la exposición que el escultor del hierro conquense, José Luis Martínez, nos ofrece desde ayer en el Palacio de la Diputación Provincial. El magnífico Salón de Actos del edificio noble que albergará esa magnífica muestra ha pasado en escasas horas de la palabra escrita a la palabra en hierro, del encuentro de escritores y poetas, al arte de manejar la creatividad entre solemnidades marcadas por el fuego. El talento nunca estará reñido con la elegancia a la hora de inventar propuestas volumétricas en las que las sensaciones del espectador van a cabalgar entre la realidad y la fantasía.

José Luis Martínez, miembro del grupo Arte 6+1 vuelve a ofrecernos parte de su virtuosismo en la modalidad de la escultura, creando, dejando sentir y popularizando un moderno concepto de Arte por Arte.

Por tanto, desde ayer martes con la inauguración oficial, tanto ante los medios como por la tarde, con instituciones y público en general, manteniéndose hasta el 7 de mayo. Una muestra, increíblemente sorprendente, utilizando un solo elemento y la imaginación.

Digo en mi Prólogo, que no hace ni cuatro días –como se suele decir– que nos impactaba su monumento a la solidaridad, al esfuerzo de los vivos y al recuerdo de los que nos dejaron, ese mismo que en el valor de sus manos y la de tantos otros, ha dejado clavado en la glorieta de La Estrella, mirando al cielo y en pos de una naturaleza que le rodea, como esa Victoria a la Unidad.

Ahora, ha mirado a Picasso, a ese lado oscuro que un Tauro definió al malagueño, esa misma serie de litografías que obsesionaron a Steve Jobs y que a José Luis le ha infundido el comienzo de una serie de cincuenta piezas alrededor de un sillín de bicicleta o ciclopedal que ha revolucionado con la imaginación para traer Animales, el Grito, Brigitte, Jackson, toreros, mujeres, Cristos, juguetes, profesiones, artistas, personajes, bichos y multitud de adaptaciones a la forma que su ideario le crea, le aconseja, le advierte, le genera. Un duende en cada pieza, una expresión de la libertad en cada objeto, un alma en cada cuerpo.