La saga de 'Los Toria' continúa

REDACCIÓN
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Las peticiones de los agricultores a San Isidro este año se centran en pedir un equilibrio entre los precios y los gastos «para que todos podamos vivir, así no podemos seguir». Vicente Justo: "Me he criado en el campo, me gusta y soy feliz".

La saga de 'Los Toria' continúa

A pocos meses de cumplir los 70 años, ya desde el relax que aporta la jubilación y ver que el momento de retirarse está ya cerca, el agricultor taranconero Vicente Justo disfruta del oficio que aprendió de su padre junto a dos de sus cuatro hijos, Diego y Javier. Ellos son la cuarta generación de agricultores de la saga Los Toria, que se debe al diminutivo con el que todo el mundo conocía a su abuelo, Victoriano Justo. 

«Desde los siete años ya trillaba con el tractor, me crié en el campo, me ha gustado de toda la vida y me ha dado la felicidad, eso sí, trabajas de sol a sol, sin horas, sin límites», cuenta Vicente, agricultor como su hermano Pablo (mientras que su hermana Begoña no siguió el testigo). Ambos recogieron algunos de los frutos del buen hacer de su padre, que empezó «de cero, tenía dos tierras de mi abuelo, compró un tractor y a la aventura, entonces era trabajar, no como ahora, y con sacrificio y momentos mejores y peores tuvo su recompensa». 

Con este legado, mientras en otras muchas familias no hay relevo generacional en el campo, en el caso de Vicente Justo sí. «En mi casa todos de alguna manera cono- cíamos el oficio, yo decidí hacerme joven agricultor hace ya 20 años, mi hermano Javier también se dedica a lo mismo y José Antonio es ingeniero agrónomo, pero también sabe lo que es labrar, sembrar, vendimiar a mano, acarrear las uvas, sacar una sierpe de una viña, podar una cepa o coger el azadón», cuenta Diego, que no se olvida de su hermana Marina, que está apunto de terminar la carrera de Biología. 

«Ya no hay jóvenes que se quieran dedicar a la agricultura, y nos es muy difícil encontrar mano de obra cuando necesitamos, hay que trabajar mucho, es muy esclavo, vivimos pendientes del tiempo y ahora mismo de las averías, los abonos, el gasoil... No puede ser que mi abuelo cobraba la cebada al mismo precio que yo, y las uvas igual, y le costaba siete pesetas un litro de gasoil», denuncia Diego. A pie de campo, junto a él Javier detalla que la agricultura es «muy gratificante, se disfruta cada día, pero sí que al final acabas desanimado, y más en los tiempos que corren, porque no hay margen para un justo beneficio». 

A pesar de dedicarse a un sector de vital importancia para la supervivencia del ser humano, exponen que «con las ayudas si no tienes algo es imposible, no te dan ni para empezar, hay que agradecer que hemos tenido los cimientos de mi padre, él sí que tiene mérito». Hasta el año pasado han cosechado, en zonas de Toledo por ejemplo, en Soria o Guadalajara, a clientes de Vicente desde hace 40 años. 

«Ahora cada vez tenemos que mover más terreno para que nos compense económicamente y con la falta de mano de obra y que mi padre ya no puede ayudarnos ya no es posible», comentan Diego y Javier, que piden «un sueldo digno como en cualquier otro sector, no queremos ser ricos». 

pronóstico. De cara a la festividad del patrón, San Isidro, las plegarias de Los Toria de Tarancón coincidirán sin duda con las del resto de agricultores de la provincia y el país, que ya expresaron en la calle en las recientes manifestaciones  haciendo sonar las bocinas de sus tractores y que están dispuestos a repetir si la situación no cambia. 

«Al santo este año hay que pedirle que siga conforme va en cuanto a climatología y sobre todo que haya igualdad, que exista un equilibrio entre los precios y los gastos», afirma Vicente. «Los fertilizantes están intocables, el acero, de lo que también dependemos mucho nosotros, y la subida del gasoil es brutal», concreta Javier con un ticket de la última vez que llenó el depósito del tractor mediano, que le costó más de 300 euros (estaba a 1,60 euros el litro). «Tiene que haber rentabilidad entre lo que produces y lo que gastas, sino es imposible», añade Diego. Los tres revisan con añoranza el diario de Victoriano Justo, que deja constancia de sus faenas en el campo durante 50 años. Las jornadas siguen siendo de sol a sol y sin perder la vista del cielo -para el agricultor ya se sabe hasta la cosecha todo es paja-. «Todo está escrito, el año pasado el precio de la cebada estaba más barato que hace 40 años», señalan con rabia, y con esperanza de que pronto se adopten soluciones, los dos nietos de Toria que son agricultores como él.