Corazón furtivo

Redacción
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Una exposición póstuma sobre Alberto Corazón, que indaga en el proceso creativo del artista, se inaugurará en la Casa Zavala de Cuenca

La obra gráfica de Alberto Corazón es inseparable de sus demás facetas creativas. - Foto: CORPO

Indagar en el proceso creativo y apuntalar la memoria del artista son los propósitos de la muestra Alberto Corazón. El cazador furtivo, que la Colección Roberto Polo. Centro de Arte Moderno y Contemporáneo de Castilla-La Mancha (CORPO) inaugura este viernes en la Casa Zavala de Cuenca. Diseccionando su obra plástica a través de los asuntos más emblemáticos que le ocuparon, esta primera exposición póstuma del emblemático diseñador gráfico, pintor, escultor y ensayista, reúne un conjunto de 60 piezas, de las cuales 45 no han sido nunca antes expuestas al público.

El cazador furtivo de imágenes que fue Alberto Corazón, según se extrae del título de uno de sus ensayos (¿Es la memoria un cazador furtivo? La cesta de frutas de Caravaggio como pretexto), nacido en Madrid el 21 de enero de 1942, y muy vinculado desde hace años a la ciudad de Toledo, falleció el pasado 10 de febrero dejándonos un riquísimo legado artístico y al menos un asunto pendiente: una retrospectiva de su obra que proyectaba junto a Rafael Sierra, director artístico de CORPO. «Toledo y este museo tenían una deuda con Corazón, por su implicación tanto en la ciudad que le acogió como en la génesis de este centro de arte: nuestra identidad corporativa fue uno de sus últimos proyectos gráficos» –señala Sierra. Un proyecto con el que sin duda el diseñador disfrutó: «La Colección Roberto Polo es algo muy insólito en España –sostenía el artista–, porque reúne multiplicidad de estéticas pero mantiene un hilo común, un alma que permanece; y porque no hace ni una concesión ni a los tópicos ni al mercado». También a la ciudad de Toledo le unía una afinidad singular: residió largas temporadas en uno de sus cigarrales, es autor de la señalética de su casco histórico y aquí yacen sus restos para siempre, como fue su voluntad.

De aquel proyecto inconcluso surge ahora esta exposición, para la que Sierra ha contado con la implicación y curaduría de su viuda, Ana Arambarri, ensayista, entregada hoy a la tarea de catalogar la prolífica obra del artista. «A medida que he ido archivando y catalogando sus piezas, me he encontrado con mucha obra inédita; con frecuencia, lienzos que Alberto pintó en su anverso y reverso» –desvela Arambarri. Piezas en las que se adivina con nitidez el proceso creativo del artista y que ahora, ordenadas siguiendo las temáticas cruciales del autor, podrán verse en la Casa Zavala hasta el 15 de diciembre.

A modo de introducción, cinco pinturas en torno a «la mesa del artista», radiografía de su personalidad anti metódica: el espacio donde Alberto Corazón transitaba a diario entre la pintura, el diseño gráfico, la escultura y la escritura, persiguiendo siempre preguntas esenciales sin respuesta, cábalas sobre el sentido de la vida. Sus bodegones, acantilados, jardines nocturnos y de arena, un silencio («interior, el que tanto ansiaba para conectar con su creatividad», según Arambarri) y un autorretrato que no es sino, y de nuevo, uno de sus acantilados infinitos. Acantilados, barrancos, embarcaderos para el mineral, paredes de piedra que el artista gustaba de contemplar y pintar desde una barca frente a las costas de Agua Amarga, en el Parque Natural del Cabo de Gata, Almería, un lugar o «paisaje lunar» donde a ambos les gustaba perder la noción de espacio.

La exposición, primera del autor que acoge la ciudad de Cuenca, con cuyo grupo de artistas de vanguardia le unió una gran complicidad desde sus inicios, se propone además «invertir esta tendencia tan española de hacer preciosas necrológicas, para a continuación dejar caer en el olvido a sus más importantes personalidades. Alberto Corazón redefinió y modernizó la imagen de España, y es necesario reivindicar su trabajo permanentemente» –declara Sierra. En todo su recorrido, Alberto Corazón. 

El cazador furtivo es un reflejo de la personalidad futurista y prolífica del artista. «Exento de toda nostalgia –prosigue su viuda–, Alberto nunca miraba hacia atrás»; y en una misma noche –cuenta– podía saltar de la escritura a la escultura o cualquier otra de sus formas de expresión o, ¡cuántas veces le sucedió!, pintar un lienzo que días más tarde el rigor y el orden de su mujer y habitual comisaria archivarían en los almacenes, de donde hoy salen todos estos inéditos.

Alberto Corazón fue el primer creador premiado con el Nacional de Diseño Gráfico, año 1989. Su obra redibujó la imagen de las instituciones, empresas y servicios de públicos durante la Transición; suyos son los logos de la ONCE, Renfe, Telefónica, Paradores, Tesoro Público, Biblioteca Nacional, Universidad Autónoma de Madrid, Compañía Nacional de Teatro Clásico y un largo y notorio etcétera. Antes aún había logrado el reconocimiento internacional del Arts Directors Club de Nueva York o los British Design Awards.

Su obra gráfica es inseparable de sus demás facetas creativas: pintura, escultura y escritura. 

La inauguración de Alberto Corazón. El cazador furtivo coincide en el tiempo con el homenaje póstumo que la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando le brindará el próximo lunes día 18, con el estreno de la composición musical creada por Alfredo Aracil en su memoria, Elegía, cuyas primeras notas siguen la frecuencia de las señales del faro Mesa Roldán, entre playa de los Muertos y Agua Amarga, arrojando luz sobre sus acantilados de ensueño.