Con ganas de trabajar

R.L.C.
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Una docena de jóvenes de Tarancón expertos en floristería dan una lección de implicación social y laboral en el curso que han realizado en el CEPA Altomira, con prácticas ahora en el Ayuntamiento y en establecimientos locales.

Estudiantes y profesores del programa de Garantía Juvenil para personas con discapacidad que se ha impartido este curso en el Centro de Adultos de Tarancón posan con algunos de los trabajos realizados. - Foto: RIÁNSARES L.C.

La falta de relevo generacional cada vez en más oficios, básicos y de toda la vida, está poniendo en evidencia la desmotivación de los jóvenes por desempeñar trabajos, principalmente manuales, que siguen siendo fundamentales en el mundo actual. Encontrar empleados parece imposible en muchos de los casos, y que tengan ganas de trabajar es aún más complicado de lograr.

La docena de alumnos, de entre 18 y 30 años, que está en la recta final del curso de actividades auxiliares en floristería que se ha impartido este curso en el CEPA (Centro de Educación de Personas Adultas) Altomira de Tarancón está dando una lección de implicación social y laboral, de ganas de trabajar. Son todo un ejemplo para otros jóvenes de su generación, tal y como han demostrado desde noviembre con su afán de superación en las clases teóricas y los ejercicios prácticos, y este mes (hasta el 24 de junio) con el empeño que están poniendo en la realización de las prácticas en el departamento de Jardinería del Ayuntamiento o en distintas floristerías de la ciudad. La iniciativa en la que participan, muchos de ellos por tercer año consecutivo (el primer curso fue sobre jardinería y el segundo de agricultura), se enmarca en un programa de Garantía Juvenil para personas con discapacidad, que es equiparable a una Formación Profesional (FP) básica adaptada. 

«Una vez que terminen se les reconocerá la cualificación profesional, son chicos muy dispuestos a los que da gusto ver trabajar», comenta el jefe de estudios del CEPA Altomira de Tarancón, Manuel Benítez, que lamenta que por las limitaciones de edad de este programa muchos se queden fuera. Y es que este curso nació para atender la demanda de jóvenes que al cumplir los 16 años finalizaban su etapa en las aulas de transición a la vida adulta y necesitaban seguir formándose, continuar recibiendo apoyo para su integración social y laboral. «Ha sido una superexperiencia para ellos, no solamente porque aprenden una profesión, sino porque socializan, trabajan en equipo», apunta la orientadora del centro, Gema Mª Rubio.

hasta hoy. Las profesoras del curso, Raquel Cuenca y Nuria Igualada, coinciden en que «son fantásticos, te hacen trabajar con una sonrisa, aprenden y aprendemos muchísimo de ellos, son admirables». 

Saben hacer ramos, centros de flores y demás adornos, se han hecho expertos en diferentes técnicas, como el secado de las flores y el teñido, pero es que también han innovado realizando joyas con resina y a partir de la reutilización de materiales reciclados. Además, han recibido formación en aspectos clave para su desarrollo personal y social, como gestión de emociones, prevención de drogas o acoso, uso adecuado de las redes sociales.

«Yo he descubierto mi oficio, me encantaría trabajar en una floristería», dice una de las alumnas. «Los profesores dicen que les damos una sonrisa, pero nosotros nos vamos aún más contentos», comenta otra junto a un compañero que anima a las personas creativas a optar por esta rama profesional, «a mí me ha aportado el tener ganas de trabajar, que no sabía lo que era».

Esta apuesta por la inclusión,  trampolín al mundo laboral, seguirá el año que viene. La inscripción será en próximas semanas, mientras que para el resto de formaciones gratuitas del CEPA Altomira acaba hoy. En función de las matriculaciones que se realicen ahora -a pesar del plazo extraordinario de septiembre-, se ofertarán a partir de octubre las clases (de inglés, informática o acceso a la universidad, entre otras). Este curso el número total de alumnos ha sido de más de 400.