Las cenas de Navidad dispara el «optimismo» de la hostelería

Leo Cortijo
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Los restaurantes de la ciudad reciben reservas de cara a la recta final del año y su ocupación ya ronda en algunos casos el 80 por ciento. Desde el sector hablan de «normalidad absoluta» y manejan «muy buenas» previsiones.

Las cenas y comidas de Navidad constituyen uno de los pilares de facturación más importantes para cualquier restaurante a lo largo del año. - Foto: Reyes Martí­nez

Cómo ha cambiado el asunto en apenas un año. En 2020 por estas fechas la hostelería vivía un momento crítico. Arrinconada entre la espada y la pared por la amenaza invisible de un virus que se traducía en limitaciones de aforo en el mejor de los casos o, incluso, en cierres temporales del negocio. Eso desembocó en que uno de los periodos más importantes de cara a su facturación anual, la Navidad, se fue por el sumidero con infinitamente más pena que gloria. Ese milagro de la ciencia llamado vacuna ha revertido la situación y lo que entonces eran nubarrones teñidos de negro hoy, al menos, son nubes y claros con mucha mayor preponderancia del sol.

Los hosteleros de Cuenca afrontan la recta final del año con «optimismo». De hecho, los eventos relacionados con las fiestas navideñas han disparado el entusiasmo de éstos, y eso que todavía resta más de un mes para vivir los días centrales, con Nochebuena y Nochevieja como puntas de lanza. El técnico de Hostelería de CEOE Cuenca, Diego López, explica que a estas alturas ya se han empezado a efectuar las primeras reservas en los restaurantes de la ciudad, con la oferta de menús para grupos, y que todo invita a pensar en una situación de «absoluta normalidad» que recuerda a tiempos prepandémicos. «Nosotros siempre hemos defendido que la demanda estaba ahí, y más incluso que en años anteriores después de todo lo que hemos pasado», explica para argumentar que lo único que el sector necesitaba era «estabilidad» en cuanto a la normativa.

Un aspecto «muy positivo» para bares, restaurantes y pubs es que los eventos relacionados con Navidad se extienden mucho en el tiempo. «Antes se concentraba todo en los días grandes y en un par de fines de semana, pero ahora, con tanta gente dispuesta a salir, tenemos prácticamente un mes de actividad», destaca López. En esta misma línea, Quico Pérez, responsable del restaurante Nazareno y Oro, destaca que gracias a esta campaña, «que es muy larga porque se desarrolla desde el puente de la Constitución y hasta el día de Reyes», en su caso particular, supone la contratación de dos personas de refuerzo. «Las reservas se están animando y ya estamos al 80 por ciento», destaca Pérez, cuyas previsiones es estar cerca del lleno durante buena parte de los días clave. Un «pilar» en la facturación que permite «tomar oxígeno» para otras épocas del año «que no son tan buenas». Además, en comparación con lo que ocurrió el año pasado, «no hay color», destaca este empresario, pues «hemos pasado de la nada más absoluta a tener una situación muy parecida a la que había antes de la pandemia».

«Estamos ya en torno al 90 por ciento de ocupación», explica por su parte Nacho Villanueva, gerente del restaurante Recreo Peral. Esta campaña, relata, «no tiene nada que ver incluso con las de 2017, 2018 o 2019, ya que es mejor todavía». A su juicio, la explicación es sobresalientemente sencilla: «La gente tiene muchas ganas de salir». Como ya subrayaba su homólogo, las reservas se han adelantado «más que nunca» y, de hecho, han empezado a despachar mesas de naturaleza navideña para la última semana de este mes.

Villanueva es muy gráfico al explicar el porqué: «Todo el mundo tiene unas tres o cuatro cenas de Navidad: la del gimnasio, la de los amigos, la de los compañeros de trabajo y la de la hermandad de Semana Santa, por ejemplo. Se crean grupos de WhatsApp para quedar y elegir los platos. Cuando lo deciden y preguntan en el restaurante que quieren, les dicen que no puede ser porque ya está lleno para ese día. Entonces en ese grupo y en los otros en los que están metidos escriben que se están agotando los sitios para cenar». Una especie de «contagio», comenta, con una base fundada, y es que ante tal demanda es relativamente sencillo quedarse sin la «primera opción» en la que se había pensado. En esto, como en muchas cosas en la vida, «más vale prevenir que curar».

La 'tormenta perfecta' es la nueva amenaza. Una vez que lo peor de la pandemia –con toda la cautela del mundo– parece haber pasado, los hosteleros ponen el foco en otros asuntos que amenazan sus embarcaciones. El incremento del coste de la energía y de las materias primas, la ausencia generalizada de suministros y la falta de mano de obra son hándicaps con los que los empresarios del sector tienen que lidiar ahora. Esa 'tormenta perfecta' que ya ha empezado a descargar se traduce en que algunos establecimientos no hayan tenido otro camino que elevar sus precios. Al final, el cliente paga el pato.