Fernando Jáuregui

TRIBUNA LIBRE

Fernando Jáuregui

Escritor y periodista. Analista político


Ministros que no se hablan con ministros

11/11/2022

Viajeros a La Moncloa tratan de desentrañar uno más de los opacos misterios que sobrevuelan el palacio de la Cuesta de las Perdices en el que habita el presidente: ¿cuántos ministros no se hablan unos con otros? ¿Cuánto pesa la trayectoria muda de Yolanda Díaz en sus relaciones con las dos ministras podemitas, Belarra y Montero (Irene)? ¿Con cuántos no se habla Grande-Marlaska, sin duda el más mencionado estos días de todo el elenco ministerial? ¿Hasta qué punto se siente Sánchez incómodo con su ministro del Interior y por qué no le ha relevado todavía? Y ¿hasta dónde se ha disgustado con la vicepresidenta segunda cuando pide una investigación sobre lo de Melilla, o, por el contrario, hasta dónde está utilizando a la señora Díaz para desmontar el latazo de la herencia de Pablo Iglesias? ¿Es doña Yolanda, amiga, enemiga o indiferente?
Bueno, pues de todo esto se habla en susurros. Porque, como ocurre con algunas parcelas de las vidas privadas de no pocos ministros, el tema de las relaciones en el Consejo, quién se toma con quién el pincho de tortilla posterior a las reuniones de los martes, sigue siendo un secreto que ni lo de Pegasus. Que esa, el roce entre el titular de Presidencia Bolaños y la titular de Defensa, Margarita Robles, derivada de aquellas escuchas del CNI, es otra.
Lo que nadie, ningún portavoz gubernamental, podría decir es que las relaciones en el seno del Ejecutivo sean idílicas. No lo son. Las diferencias son palpables, y no afectan solamente a las ministras 'podemitas' frente a los/as más o menos inmersos/as en el PSOE. Por ejemplo, he oído a relevantes miembros de este partido compartir mis críticas al hecho de que nada menos que la ministra de Hacienda haya sido digitalmente designada como 'número dos' de la formación creada por Pablo Iglesias Posse, que tiene que organizar su batalla antes las elecciones cruciales de mayo precisamente al mismo tiempo que hay que aprobar los Presupuestos y fijar las directrices de una política fiscal coherente: un pluriempleo imposible, que ya ha empezado a mostrar sus grietas. ¿Cómo se explica esto cuando si, por ejemplo, la titular de Industria fuese lanzada a la candidatura municipal madrileña, tendría, obviamente, que dejar el Ministerio, o la de Sanidad, el suyo si va a parar como candidata a Canarias?
En suma: que, designe o no a ministros/as como candidatos/as a alcaldías o presidencias autonómicas, Pedro Sánchez difícilmente podrá cumplir su promesa de mantener al Gobierno intocado e incólume durante lo que resta de Legislatura, a menos que tenga pensado acortarla sensiblemente, lo que no creo. Estamos ante una situación excepcional y, por tanto, el desgaste de la gobernación ha sido especialmente grande.
Tengo para mí que el presidente precisa una operación política de envergadura que pasaría, entre otras cosas, por una remodelación de cierto alcance en su equipo más cercano, un impulso a su partido y una reorganización de funciones en el grupo parlamentario. Así no puede seguir. Y si sigue, que todo es posible, peor para él. Un inmenso silencio caerá sobre las reuniones del Gabinete: en ellas acabará hablando solo Sánchez, a este paso.