Javier Ruiz

LA FORTUNA CON SESO

Javier Ruiz


Puri

27/10/2022

Se ha muerto como del rayo, igual que Ramón Sijé, con los mismos versos de Hernández en la boca. Siempre que se me muere alguien a destiempo me viene el cabrero a la cabeza y la tormenta de cuchillos y hachas estridentes. Temprano madrugó la madrugada, temprano estás rodando por el suelo. Purificación Muñoz, Puri, mi profesora de Latín durante los tres años de bachillerato y COU en el Instituto Atenea, ha fallecido en Ciudad Real. Lo hizo en agosto, pero me enteré esta semana y la sangre se hizo hielo. Concluí Roma soy yo, de Posteguillo y quise llamarla para comentar. Siempre que andaba entre los clásicos, su imagen me venía a la cabeza. Aquellos tres años intensos, donde yo aprendí a leer latín, traducir, entender el mundo clásico y romano. Y fue ella quien me llevó de la mano, Purificación Muñoz, Puri, número uno de su promoción en toda España cuando estas cosas se hacían a nivel estatal. Allí estaba ella con su tiza, la voz fina y su cadencia fija y estudiada. Pocas veces se ha explicado el latín con la facilidad que ella lo hacía. Rosa, rosae. Puella, puellae. Pues sí, se ha muerto como una niña entre rosas.
No fui filólogo clásico porque el periodismo me llamaba y devoraba por dentro, pero había algo en los latinajos y su acento que ascendía hasta dentro del alma. Recuerdo perfectamente sus primeras palabras en clase. «¿Para qué sirve el latín? Por lo pronto, a mí, para ganarme la vida», sentenció. Y se quedó tan ancha. Pero es que llevaba razón. Y conforme ibas entrando en el laberinto latino, conocías más territorio y más te iba gustando. ¿Para qué sirve el latín? Para lo mismo que una ecuación de segundo grado. Para la vida, para la vida misma que te espera a borbotones tras la puerta.
Resolver una cadencia larga de Cicerón o César era como terminar un tétrix y salir victorioso, un rompecabezas infinito, donde todas las piezas al final encontraban su sitio adecuado. Quien no sabe sintaxis, no sabe pensar. Lo siento, es así; se trata de algo indubitable. Y si algo enseña el Latín es sintaxis y pensamiento. Los períodos eternos de los discursos de Marco Tulio, la Galia de César o la conjuración de Catilina y Salustio son el abecé de la gramática latina. Quizá si se estudiara más latín hoy habría menos crímenes y más versos, más filosofía y menos cuchillos, más amor y menos muerte. Porque las lenguas nunca mueren mientras alguien las pronuncia o estudia. Y llegar a los clásicos desnudos, como ellos vinieron al mundo, es un lujo de tal dimensión que solo sería comparable a un cielo blanco o una luz de infinita claridad. Si no lo creen, lean a Posteguillo y lo entenderán mejor.
Se me ha muerto Puri y un vuelco al corazón me ha dado la mañana, la tarde y la noche. Hablé con Julián, su viudo, gracias a los compañeros de miciudadreal.es, donde publicó un artículo lamentando su muerte. Y es que nunca estamos preparados para dejar de amar, que al fin y al cabo, eso es la muerte. Sobre todo, cuando es tan prematura. A quién consultaré yo ahora las finísimas dudas que a veces me asaltaban y ella respondía. Me enseñó latín, griego, etimología, sintaxis, oratoria, retórica, filosofía, historia… Para qué seguir, si me enseñó la vida entera en sus clases y discursos. Un maestro es un tesoro en el camino que marca tus pasos para siempre. Y ella lo hizo. En el fondo ajado del corazón que es donde descansa el cariño. Tempus fugit, requiescat in pace.