El último tesoro del Instituto Cervantes

Raúl Casado (EFE)
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La institución acoge el cuaderno de Severo Ochoa, donde se plasma un trabajo que mereció el Nobel

El último tesoro del Instituto Cervantes - Foto: Eduardo Parra

Inmenso y descomunal. Así es el legado de Severo Ochoa, y desde ayer una de las partes más del importantes del mismo -el cuaderno experimental en el que plasmó los avances y trabajos que le llevaron hasta la consecución del Nobel de Medicina en 1959- enriquece la Caja de las Letras del Instituto Cervantes. Es el cuaderno en el que el asturiano reunió los trabajos experimentales que hizo sobre la enzima polinucleótido fosforilasa y la síntesis del ácido ribonucleico, descubrimientos que justificaron el máximo reconocimiento mundial y que constituyeron la base fundamental para el estudio del código genético.

«Esta enzima puede ser considerada la piedra Rosetta del código genético», llegó a decir el propio Ochoa, cuyo legado in memoriam fue depositado en el buzón de seguridad número 1.709 de la Caja de las Letras de la antigua cámara acorazada de la sede del Instituto Cervantes por el ministro de Ciencia e Innovación, Pedro Duque.

Junto a este se encontraba, aparte de otras personalidades, el director del Instituto Cervantes, Luis García Montero.

El Museo valenciano es el depositario del legado completo del científico, después de que el Nobel se lo donara a su discípulo y amigo Santiago Grisolía cuando dirigía el Instituto Valenciano de Investigaciones Citológicas.

Duque se refirió a Ochoa como «un caso paradigmático de cerebro fugado», al tiempo que recordó que el Nobel repitió que en España había «ciencia muy buena pero insignificante», o que «en España no hay ambiente para estimular la ciencia», y aseguró que son historias «que por desgracia no nos suenan extrañas, pero que tenemos que corregir y que ya estamos empezando a mejorar».

El ministro también subrayó que Ochoa es un referente para la ciencia española, pero también «un ejemplo de lo mucho que debemos mejorar», porque fue en EEUU donde encontró «generosidad, comprensión y los recursos adecuados para desarrollar su trabajo».

«El español sirve para el soneto y para la fórmula, para la biología y para la astrofísica; defendemos que los matices de nuestra lengua plural llegan a donde muchas veces no llegan las simplificadas lenguas universales», manifestó por su parte Luis García Montero, quien reivindicó la importancia del español en todos los ámbitos, también en el científico tecnológico.

El director del Cervantes incidió en que el español no pretende sustituir al inglés, pero sí apostar por la variedad y la dignidad de quienes investigan en esta lengua.