El crujido de las hojas de los árboles en el suelo, 30 decibelios (dB); una conversación estándar entre dos personas, 60; pasar la aspiradora en casa, 75; arreglar el jardín con una cortadora de césped a motor, 85; conducir un todoterreno o una motocicleta, en torno a 100; un concierto de nuestra banda de rock preferida, 130; y un disparo con una pistola, 140. Aunque los efectos del ruido en la audición varían según cada persona, por línea general, todos somos conscientes de cuándo cierto sonido comienza a ser molesto... aunque siempre hay excepciones –en forma de insoportables vecinos– que confirman la regla. Vecinos que deberían saber que los sonidos superiores a 85 decibelios pueden considerarse perjudiciales.

Ahí nos surge una pregunta: ¿Es Cuenca una ciudad ruidosa? El único elemento de juicio empírico del que disponemos para despejar esta incógnita son los nueve sensores que gracias al proyecto Smart City se instalaron en nueve enclaves estratégicos de la ciudad. Así las cosas, tomamos como referencia un día normal, sin un gran evento o actividad que pudiera alterar los resultados, y las conclusiones son especialmente llamativas. Según las mediciones medias diarias facilitadas por el concejal Adrián Martínez a La Tribuna, la avenida de Castilla-La Mancha es la zona de la ciudad con más ruido, al registrar 74,3 decibelios. La diferencia es notable respecto a la localización más 'tranquila' en este sentido, la calle San Francisco, con 55,6 dB.

La explicación, a juicio del responsable de Servicios Públicos, Obras, Medio Ambiente y Movilidad, es sencilla: el tráfico. ¿Qué hace que una calle sea ruidosa? «Los vehículos a motor», apunta el edil, y es que esta avenida en concreto «es una de las que más tráfico soporta al tratarse de una arteria fundamental de la ciudad». Por el contrario, la Sanfran, mítica zona de bares, es peatonal, subraya. Martínez pone un ejemplo para mayor comprensión: «Si estamos dentro de un grupo de gente podemos mantener conversaciones entre parejas, pero si estamos en la calle y en ese momento pasa un vehículo molesto, no podemos seguir hablando, tenemos que parar y retomarlo cuando se haya marchado».

Así todo, tiene muy claro que las formas de movernos por la ciudad están cambiando, y que eso no solo va a redundar en una pacificación del tráfico o un mejor cuidado del medio ambiente, sino también en una reducción del ruido. Así, reconoce que ha habido, como no puede ser de otra manera, «algunas quejas que han desembocado en denuncias» hacia algún local molesto o por actividades incívicas en la vía pública, especialmente en verano, cuando «se hace más vida en la calle y las ventanas de los hogares están abiertas». Con todo y con eso, salvando estas «excepciones puntuales que vienen ligadas al civismo», el concejal responsable concluye que Cuenca «no es una ciudad molesta» por el ruido.