Luces y sombras para la agricultura y la ganadería

M.H. (SPC)
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UPA presenta su Anuario, en el que analiza la situación y la evolución del sector, marcada por la subida de precios y de costes de producción. En España, el 87% de las explotaciones son familiares y gestionan el 13,1% del territorio comunitario

Luces y sombras para la agricultura y la ganadería - Foto: Tomás Fernández de Moya

La agricultura y ganadería familiares demuestran cada día que son el modelo más sostenible y deseable para la sociedad por sus innumerables beneficios colaterales. Sin embargo, los profesionales que mantienen estas actividades en nuestros pueblos afrontan retos importantísimos y graves amenazas que deben contemplarse como un reto para toda la sociedad, pues es toda la sociedad la que se juega perder los servicios que recibe de estos ganaderos y agricultores, que van más allá de los, de por sí, importantes alimentos que llegan cada día a las ciudades.

UPA y la Fundación de Estudios Rurales analizan, en el Anuario de la Agricultura y la Ganadería Familiar, la situación y la evolución de estas dos actividades en España durante 2021, con voces de expertos, innumerables cifras y datos y un resumen de la actividad del campo en los últimos meses. En este documento, que se puede consultar en la web de la organización agraria (upa.es), se examinan diversos aspectos como la renta agraria, los precios pagados y percibidos, los seguros, los productos fitosanitarios, las diferentes producciones…

«El modelo de agricultura familiar continúa siendo el pilar que vertebra el sector agrícola en la Unión Europea. A pesar del número decreciente de agricultores y de las importantes transformaciones socioeconómicas que vive el sector, pequeñas y medianas explotaciones continúan siendo la columna vertebral de nuestra agricultura». Son palabras del comisario de Agricultura de la Unión Europea, Janusz Wojciechowski, que UPA recoge en el Anuario. Luis Planas, ministro de Agricultura español, se expresa en términos similares: «La agricultura familiar y profesional representa a la gran clase media del campo español y es la fórmula perfecta para afrontar los retos del futuro próximo por su capacidad de armonizar la producción de alimentos, la convivencia respetuosa con el medio natural y el desarrollo económico y social del territorio».

Luces y sombras para la agricultura y la ganadería
Luces y sombras para la agricultura y la ganadería La organización agraria hace hincapié en que «hay 10,5 millones de explotaciones agrícolas y ganaderas en la UE. El 95,2% de ellas son de carácter familiar. En toda Europa, las explotaciones familiares generan el 80% de los puestos de trabajo y gestionan el 60% de la superficie agraria y las cabezas de ganado. En España, el 87% de las explotaciones son de carácter familiar y gestionan el 13,1% del total de la superficie agraria de la Unión Europea, más que ningún otro Estado miembro». De hecho, entre 2019 y 2028 la FAO está celebrando el Decenio de la Agricultura Familiar para poner en valor y potenciar este modelo productivo a nivel mundial.

Sin embargo, esos agricultores y ganaderos se enfrentan cada día a más problemas. La renta agraria en 2021 experimentó un aumento del 2,3% a precios corrientes, aunque si se tienen en cuenta el efecto de la inflación y las UTA (unidad de trabajo anual), el resultado fue negativo (-3,8%), según los datos del Ministerio de Agricultura, por lo que ese aumento en cifras absolutas no refleja fielmente la realidad a pie de campo.

El empleo, por contra, sí brindó datos positivos en 2021. La cifra de parados del sector primario registrados, según datos del Servicio Público Estatal (SEPE), se redujo un 15% en 2021, al contrario que en el ejercicio precedente. Así, al acabar el año estaban inscritos en los registros oficiales 145.586 parados en el sector agrario, 36.552 personas menos que al final de 2020. A pesar de que la recuperación tras los primeros azotes de la pandemia tiene buena parte de culpa en estas cifras, lo cierto es que la cifra de parados agrarios fue significativamente inferior a la media de los últimos años. Al igual que el empleo, también se incrementaron los salarios, probablemente con la ayuda de la subida experimentada por el Salario Mínimo Interprofesional. Tanto en el caso de la mano de obra fija como de la eventual, el aumento medio fue del 2,45% respecto a 2020.

Luces y sombras para la agricultura y la ganadería
Luces y sombras para la agricultura y la ganadería - Foto: Alberto RodrigoSin embargo, la otra cara de la moneda la ponen los costes de producción. Los precios de los medios de producción agrícolas y ganaderos subieron en 2021 una media del 27,8% respecto al año anterior. El coste de la energía aumentó un 83%, sobre todo por el repunte del precio de la electricidad (149,5%), aunque también por la subida de los precios de los carburantes (37,6%) y los lubricantes (11,6%). El grupo de fertilizantes fue el que registró en conjunto un mayor incremento (84,9%), con los fertilizantes nitrogenados a la cabeza, pero con alzas importantes también en fertilizantes potásicos (59,8%), fosfatados (27,7%) y compuestos (69,7%).

También subieron los precios de los piensos simples (un 14%) y de los piensos compuestos (24%). Además, los precios pagados por productos fitosanitarios aumentaron a lo largo de 2021 un 12%; los de semillas, un 0,9%; los de los plantones, un 3,2%; los servicios veterinarios, un 1,1%; el material y pequeño utillaje, un 9,2% y los gastos denominados como generales, otro 14,3%.

El problema es que los precios percibidos por los agricultores y ganaderos, aunque también aumentaron, no lo hicieron tanto como los costes y se quedaron, de media, más de un punto por debajo (26,5%). En el caso de la ganadería, el desfase entre lo que el profesional tuvo que gastar para producir y el precio que se le pagó por lo producido fue mayor: a pesar del encarecimiento descontrolado de piensos y energía, solo se pagó una media de un 12,3% más por la carne, la leche o los huevos en origen. Por productos, los precios que más repuntaron fueron los de los cereales (45%), los de las hortalizas (41,7%), los de los productos vitivinícolas (41,5%), los del aceite de oliva (+33,5%), los del ovino para abasto (+33,46%), los de los tubérculos (32,7%), los de las aves para abasto (30,16%) y los del caprino para abasto (25,8%).

También se registró un alza significativa en las inscripciones de maquinaria. En 2021 se inscribieron en los Registros Oficiales de Maquinaria Agrícola (ROMA) un total de 35.505 máquinas agrícolas de todo tipo, con un crecimiento del 9% respecto al ejercicio anterior, según los datos que publica anualmente el Ministerio de Agricultura. Castilla y León y Castilla-La Mancha fueron, después de Andalucía, las comunidades que más maquinaria inscribieron.

Por otra parte, España registró en 2021 un nuevo superávit en su balanza comercial agroalimentaria, al igual que en años precedentes y a pesar de que la economía no se había acabado de recuperar de los efectos de la pandemia. Según datos del Ministerio de Comercio, las exportaciones del grupo de alimentación, bebidas y tabacos alcanzaron un valor de 60.118 millones de euros, un 11% más que en el año anterior. Por su lado, las importaciones ascendieron a 41.169 millones, un 16,4% más que en 2020. A pesar de que la mayor parte de estas compras se realizó a socios comunitarios, este dato deja ver que un aumento en las producciones agropecuarias de la UE ayudaría a depender menos de las compras en el exterior. Sin embargo, tal y como ha denunciado el sector en numerosas ocasiones durante los últimos tiempos, las políticas comunitarias parecen estar más centradas en exigir requisitos medioambientales que en asegurar rendimiento y rentabilidad en las explotaciones.

Por comunidades.

En el caso de Castilla y León, el descenso de producción en algunas de las principales cabañas ganaderas, así como la caída de las cosechas de cereales, uva y otros cultivos, provocaron que la renta agraria no superara los niveles del año anterior. Castilla y León es una de las regiones en las que la producción final agraria (PFA) está más equilibrada: la mitad del valor procede de las producciones vegetales y la otra mitad de las ganaderas. En la producción vegetal final (PVF) sobresalen con mucha diferencia los cereales (más de la mitad del valor total), seguidos de las plantas forrajeras, las industriales y las hortalizas. El balance de los cereales fue negativo porque la producción se redujo en todos los cultivos, excepto en trigo blando y en maíz donde aumentó un 10%; en cualquier caso, esta reducción no implicó mala cosecha, simplemente es consecuencia de las cifras récord de 2020, que no llegaron a igualarse. Dentro de las producciones ganaderas sobresalió el porcino (cuyo valor a efectos de calcular la renta agraria aportó más del 35% de la producción animal final), seguido de la carne de vacuno y la leche. Al contrario que en el año anterior, la producción porcina disminuyó un 4,9%, hasta las 631.315 toneladas.

En el caso de Castilla-La Mancha, el sector agrario regional aporta anualmente más del 15% del producto interior bruto, pero en 2021 las malas cosechas de las principales producciones, unidas a la subida de los costes de producción, hicieron que ese porcentaje se redujera. Del valor total de PFA, el 63% corresponde a las aportaciones del sector vegetal y el resto a las ganaderas (32%) y a otras actividades y servicios (5%). Dentro de la agricultura destacan por su aportación las hortalizas, los cereales y el vino. Entre las primeras hubo incrementos de cosecha casi generalizados. Así, aumentó la producción de sandía, melón, pimiento, cebolla (7% más, con lo que la región produjo el 60% de la cosecha nacional) y ajo (13% más y casi el 70% de la producción nacional). En los cereales aumentó la cosecha debido al incremento de la superficie cultivada y en el vino, a pesar de los malos rendimientos, la región siguió siendo la primera productora de España (53% del total).

Por su parte, la situación del sector agrario riojano empeoró tras haber pasado ya un año previo muy difícil. La subida de los costes de producción y los bajos precios percibidos contribuyeron a empeorar el valor de la PFA, que ya estaba muy tocada por la caída de las principales cosechas agrícolas y por el descenso de producción en algunas cabañas ganaderas. Las producciones agrícolas aportan prácticamente el 80% de la renta y entre todas destaca el viñedo por su aportación económica. En relación al sector ganadero, que aportó cerca del 18% de la PFA, lo más destacable fue un año más la caída de las producciones cárnicas, que son la parte fundamental de la producción, destacando la bajada del 21,4% en la producción de carne de vacuno.

Todos estos datos (y muchos más que pueden consultarse en la web de UPA) reflejan la realidad de un sector que, a pesar de estar en horas bajas, sigue resistiendo como puede. La mayor parte de esas producciones de las que habla el Anuario corresponden a pequeñas y medianas explotaciones familiares que son sin duda el eje vertebrador de la agricultura y la ganadería españolas y que deben ser mimadas por las autoridades, desde los ayuntamientos a la Unión Europea, para asegurar que se mantiene el suministro de alimentos, pero también para disfrutar de un medio ambiente protegido y vigilado y de unos pueblos vivos.

 

Más indemnizaciones.

Desde el punto de vista de los siniestros agrarios, el año comenzó con el temporal Filomena y los daños que registrados en cultivos como los cítricos, el olivar o la uva de vinificación. Durante el segundo semestre del año se produjo una DANA que afectó también a los cítricos, las hortalizas y el viñedo en regiones como Castilla-La Mancha, Comunidad Valenciana, Navarra o Andalucía. Finalmente, al acabar el año hubo inundaciones en el Valle del Ebro que afectaron a cereales, cultivos forrajeros y hortalizas. Todo esto además de los episodios de pedrisco, cada vez más frecuentes y más tempranos.

Las indemnizaciones del Sistema de Seguros Agrarios en 2021 ascendieron a 722 millones de euros, de los cuales 578 millones de euros corresponden a las producciones agrícolas. El sector más afectado por los siniestros fue el de la fruta, cuyas indemnizaciones se elevaron a 144 millones de euros (el 25% de las indemnizaciones agrícolas). Por su lado, la siniestralidad en el grupo de las hortalizas también fue significativa y supuso unas indemnizaciones de cerca de 94 millones. Los cereales se libraron dado que, a pesar de mermar la cosecha respecto al año anterior, el clima fue favorable, más allá de los con el granizo que se llegaran a producir.