Como un célebre eslogan ochentero

Leo Cortijo
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Aún con algunos matices, esta Feria de San Julián es una de las más contundentes bajo la gestión de Maximino Pérez, que puede utilizar la muletilla del «busque, compare y si encuentra algo mejor, cómprelo».

Como un célebre eslogan ochentero

Un anuncio de televisión en los años 80 generó uno de los mejores eslóganes publicitarios de la historia. «Busque, compare y si encuentra algo mejor, cómprelo», rezaba el lacónico pero efectivo spot. Toda una revolución en la por entonces incipiente industria del markenting a este lado del charco. Y todo para anunciar un detergente… La muletilla no ha parado de resonar en nuestras cabezas a pesar del paso del tiempo y eso que desde entonces se han ideado infinidad de frases ingeniosas. Y es que no hay frase más convincente cuando alguien pretende vender algo sabiendo que su producto es mucho mejor que el de la competencia. Es cierto que hay cosas que mejorar en la confección de la Feria de San Julián, pero también que el serial tiene muy pocas fisuras analizado en conjunto. 

Maximino Pérez tiene motivos para utilizar la manida frasecilla. Y más si el foco se dirige hacia otras plazas del entorno más cercano, empezando por las de la región. Cuenca ha defendido su sitio como ningún otro año y, por nombres, es la feria más compacta de Castilla-La Mancha. Pero hay más. Si la lente se amplía y eso nos permite ver lo que ocurre en otras plazas de similar categoría, el serial sanjulianero le da sopas con hondas a buena parte de las combinaciones presentadas en plazas de segunda. Y es que esta Champions, tal y como la autodefine la empresa, tiene muchos alicientes. El primero de ellos, sin duda, ver a Morante estoquear, por primera vez, la corrida santacolomeña de Rehuelga. Ver a una primerísima figura no matando el sota, caballo y rey de todas las tardes ya tiene su aquel. Además, en un cartel que completan dos de los toreros que mejor han toreado en los últimos años: Emilio de Justo y Pablo Aguado. Clasicismo y ortodoxia en estado puro. Además, el primero culminará en Cuenca un vía crucis después de ser gravemente cogido en Madrid a principio de temporada.

Esa es la magna guinda de un pastel que también tiene otros dos platos fuertes. Uno, el regreso de Talavante siete años después, que se dice pronto. En la temporada de su regreso a los ruedos, el extremeño hace parada en Cuenca, que espera verle en el nivel superlativo en el que se fue y en esas formas primigenias. Roca Rey promete no ser el convidado de piedra esa tarde. Personalmente, no soy muy partidario –por no decir nada– de las mixtas, y eso es lo que más me chirría del cartel que descorcha la feria. Ahora bien, si es para ver a Ventura, tiene un pase. Aunque los rejones no sean tu debilidad, ver al de La Puebla siempre resulta increíble. Aunque, repito, debería haber ido en la corrida dedicada al arte de Marialva y ese puesto haberlo ocupado un, por ejemplo, Ginés Marín o un Ángel Téllez.

Espero, y mucho, de la tarde dominical. Primero, por el momento que atraviesa El Juli, que después de un largo peregrinaje en el desierto ha vuelto por sus fueros. La dimensión ofrecida en pleno San Isidro y en plena plaza de Las Ventas anima a recobrar la ilusión por el torero de Velilla. Con todo, en ese festejo gran parte del protagonismo lo atesorará un joven de la localidad toledana de Pepino que está, precisamente, funcionando como tal. Tomás Rufo, que trenzará el paseíllo por primera vez en el coso del Paseo Chicuelo II es el nombre propio más destacado de lo que llevamos de temporada. Entre otras cosas, se ha entretenido en cortar tres orejas en la Maestranza de Sevilla o en salir a hombros de Las Ventas, además de indultar un toro en Nimes y pegar golpes en la mesa en plazas como Granada, Alicante o Valladolid. Es un martillo pilón. La revelación y el triunfador del curso, en una misma persona.

El broche lo pondrán los rejones. Al cartel le falta cierto remate por la ausencia de la clave de bóveda anteriormente comentada (Ventura), y es que junto a Andy Cartagena y Guillermo Hermoso de Mendoza, que vuelve tras el rabo que cortó en 2019, debería estar Diego y no Lea. Por rizar el rizo, vaya. Hacer tirabuzones sería ya pensar en completar el ciclo con una novillada. Es algo que no se estila por estos lares, aunque algún intento ha habido sin demasiada respuesta de la afición, todo hay que decirlo. Aún así, una feria top del calendario taurómaco como es Cuenca tendría que institucionalizar la apuesta por el futuro y dar la oportunidad a los canteranos que el día de mañana están llamados a ser los goleadores de esta particular Champions.

La feria aún no recupera los cinco festejos prepandémicos, aunque suma uno con respecto al año pasado. El empresario ha sido consecuente con la situación económica que estamos viviendo y alivia el peso del abono en un año en el que éste tiene que tirar como ningún otro. Hay una máxima que siempre ronda la cabeza de Maximino Pérez cuando hace los carteles, que se fundamenta en no preguntarse qué tarde iría un aficionado a los toros, sino a qué tarde de las programadas no iría. Despejar esa incógnita cobra especial relevancia este año, pues resulta casi imposible no ir a los toros en cualquiera de las tres citas a pie. En esos tres carteles hay atractivos para ello. Y no uno ni dos. Estamos hablando de una de las ferias más contundentes de las presentadas por MaxiToro desde que en 1999 tomara las riendas de la plaza… Y ya ha llovido. Razón suficiente para que este San Julián nos recuerde a cierto y célebre eslogan ochentero.