La vida sobre dos ruedas

Leo Cortijo
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Redouan es uno de los vecinos más populares de San Antón. Implicado con el barrio, es uno de los puntales que hace latir el corazón de la asociación 'Recicleta'.

La vida sobre dos ruedas - Foto: Reyes Martinez

Redouan fue uno de los primeros que hace ya unos cuantos años decidió poner en marcha 'Recicleta', una maravillosa idea para darle a las bicis de segunda mano una segunda oportunidad y ofrecerlas a través de un servicio de préstamo. Enclavado en el singular, popular y genuino barrio de San Antón, este colectivo trabaja para concienciar a la ciudadanía en pro de una movilidad sostenible, y más en una ciudad como ésta, donde las distancias son cortas y moverse en bici es algo sencillo.

No hay excusa para no tener velocípedo, ya que para aquellos que no pueden permitirse uno, en 'Recicleta' se encargan de que ese no sea el motivo. Uno de sus voluntarios es el bueno de Redouan, que se encarga de poner a punto todo lo que entra por la puerta del garaje donde tienen la sede, en los primeros pasos del concurrido Paseo del Júcar.

Durante más de una década, por las manos de este argelino de nacimiento «y conquense de corazón», dice, han pasado infinidad de bicicletas. No logra precisar un número, pero estima que se contarían por «cientos». Eso sí, todas o casi todas, tienen cita obligada con la 'mesa de operaciones'. En algunos casos no es más que un pinchazo o un manillar torcido, pero en otros, prácticamente, la bici «hay que montarla» casi desde la primera pieza.

Redouan se gana la vida como albañil y su quehacer en 'Recicleta' es totalmente voluntario. Le dedica todo el tiempo que puede, pero siempre «depende del trabajo». Está claro, lo primero es lo primero. Aún así, es uno de los miembros más activos de la asociación y cada bici que logra poner en marcha supone una enorme «alegría». «Es una satisfacción personal enorme hacer el bien para los demás», apunta con una sonrisa de oreja a oreja.

Estar en 'Recicleta' no solo le entretiene y le satisface interiormene, sino que ha supuesto durante todos estos años un modo de «integración» y, de paso, para aprender a hablar el idioma. «Al estar en contacto con tanga gente», –explica el oranés–, «si dices una palabra mal, alguien te corrige y te dice cómo utilizar la expresión corrrecta». En definitiva, es lo de siempre: donde fueres, haz lo que vieres... Y esa es la receta que se aplicó Redouan para ahora ser uno de los vecinos más populares de San Antón. No hay nadie en el barrio que no le conozca. «Desde el abuelo más mayor hasta el niño más pequeño», remata entre risas.

Y no es de extrañar, pues además de su bonhomía y su carácter afable, Redouan no solo ha arreglado bicicletas para medio barrio, sino que también está ahí cuando se le necesita. Cualquiera que precisa de una herramienta para arreglar su televisor o su lavadora, por ejemplo, recurre a este colectivo para que se lo preste.

Redouan es un enamorado de Cuenca. No se ve en otro sitio que no sea en esta ciudad. Si tuviera que quedarse con una sola cosa sería con «el monte y la naturaleza», según explica, y es que le gusta recorrerlo «con bici, andando o como sea». Y le gusta tanto no solo por los aires de libertad que respira, sino porque nunca deja de sorprenderle. «Cuenca tiene una magia especial que hace que cada vez que sales descubras un sitio nuevo», finaliza.