Antonio Ripa (1721-95), maestro de capilla de Cuenca

Fernando J. Cabañas
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Se cumple el tercer centenario de su nacimiento

Antonio Ripa (1721-95), maestro de capilla de Cuenca

Entre 1753 y 1758 el magisterio de capilla de la catedral de Cuenca y el rectorado del Colegio San José de infantes de coro fueron desempeñados por Juan Antonio Ripa Blanque. 

Orígenes. Bautizado el 27 de diciembre de 1721, en la turiasonense parroquia de San Andrés, a los 11 años ingresó como infante de la catedral en su ciudad natal, Tarazona (Zaragoza). Joven inquieto, llegó incluso a abandonar sus obligaciones catedralicias durante meses, no atendiendo a los requerimientos del cabildo en orden a ser despedido si no volvía inmediatamente. Tras su regreso, marchó a Zaragoza a estudiar órgano antes de asumir el magisterio de capilla, entre 1746 y 1753, en la catedral de su ciudad.

Magisterio en cuenca (1573-56). En 1753 concurrió a las oposiciones convocadas para cubrir la vacante creada al cesar Juan Manuel del Barrio, al ser nombrado organista 1º. Desde un principio y a pesar del exquisito trato recibido en la catedral de Cuenca, Ripa aspiró a labrarse, fuera, un futuro más prometedor a pesar de que la plaza ocupada era de las más reconocidas del momento. 

Una de las muestras recibidas acontecerá cuando muestre su pesar dado que se le pretende cobrar de una vez el importe de las oposiciones celebradas, algo habitual en la época y que suponía un tercio del salario anual (3000 reales y 30 fanegas de trigo), acordándose finalmente su fraccionamiento en 10 años.

Será en la Navidad de 1757 cuando, sin embargo, el cabildo le muestre su malestar al incumplir Ripa una costumbre que exigía que, antes de que el pueblo conociese las letras de los villancicos a cantar, fuese el cabildo el que las visase.

Censor de llave de la modulación... Antonio Soler (1761). En 1758 marcha a Madrid a asumir el magisterio de capilla de las Descalzas Reales, iniciándose un prestigio ya imparable que sobrepasará fronteras. Es en 1761 cuando Antonio Soler, maestro de capilla de El Escorial, le pedirá que prologue su Llave de la modulación, una de las obras cumbres de la época, dedicada a la música, siendo una muestra de incuestionable reconocimiento.

Sevilla (1768-98). Posteriormente llegará el magisterio en Sevilla, al tiempo que será reconocido en España como «la mejor prebenda del reino» (1768), mientras que en Méjico será considerado el mejor compositor español del momento (1770) y en Italia elegido Académico Filarmónico en Bolonia (1786).

Muerte (1795). Tareas de investigación llevadas a cabo en la recta final del sigo XX hicieron posible que, en Cuenca, su figura fuese recuperada por quien suscribe estas líneas merced a premios, becas y publicaciones vinculados al ayuntamiento y diputación, a pesar de que su obra fue vendida a su muerte a fin de ayudar a subsistir a su heredera, una «anciana viuda y ciega».