Corrían los años sesenta del siglo pasado cuando el entonces ministro de información y turismo de España, a la sazón D. Manuel Fraga Iribarne, comenzaba una campaña para, venciendo prejuicios y falsos mitos, convertir a España en una potencia mundial en lo que a visitas turísticas se refiere. Se trataba de enseñar al mundo que no íbamos vestidos de toreros a diario, ni todos éramos aquellos típicos bandoleros de Sierra Morena. Y como toda campaña que se precie, hacía falta un lema rotundo, claro y convincente para demostrar más allá de los Pirineos que éramos un destino que merecía la pena, así como afianzar dentro del suelo patrio la imagen de un país no tan distante de los que nos rodeaban. Surgió entonces el consabido Spain is different. Y vaya si lo era. Acuñada hace más de medio siglo esta frase como reclamo turístico, sigue vigente aunque quizá con una intencionalidad diferente a la estrictamente publicitaria.
La pasada semana teníamos conocimiento de un, digamos, pequeño problema en la conexión ferroviaria entre Cantabria y Asturias. Hace casi tres años Renfe encargaba 31 trenes para realizar el trayecto entre cántabros y astures. Lo curioso es que ahora se han dado cuenta de que los trenes encargados no caben por los túneles que unen Cantabria y Asturias. Reconozco que me quedé perplejo cuando leí la noticia. O sea, vamos a ver si lo he entendido bien. ¿Estaban los túneles ya hechos y nadie midió si cabían los nuevos trenes? ¿Hemos vuelto a tirar de los mitos españoles y hemos hecho un sujetamelcubataquepormis*******caben? Total, el caso es que habrá que esperar otros tres años para renovar los viejos, caducos y obsoletos trenes que cubren la línea de cercanías entre la comunidad y el principado. Eso en cuanto al servicio porque no hemos hablado nada del sobrecoste económico que esto, seguramente, llevará.
Desde luego es una escena digna de haber sido incluida en Amanece que no es poco o, al menos, que los afectados no hayan dudado en imitar al cabo Gutiérrez, que interpretara el gran Sazatornil, gritando aquello de «No aguanto este sin dios». Claro que peor podría haber sido tomar el ejemplo de El Milagro de P.Tinto y, saneando, saneando los túneles haber llegado a Galicia. Claro que ejemplos, quizá no tan rotundos, tenemos por aquí. El pasado lunes nuestro Ayuntamiento compartía con todos la buena noticia de que las obras de urbanización del Camino de la Resinera eran recepcionadas por el Consistorio… veinte años después por lo que, a partir de ahora, se encargarán de la conservación y reparación de instalaciones y elementos.
Desconociendo los pormenores de esta dilatada negociación, he de decir que todo está bien cuando acaba bien, aunque tarde tanto. Claro que en estas ocasiones siempre sentimos cierta envidia de otras culturas donde, si hacemos caso a lo que nos cuentan, todo va sobre ruedas o raíles (según toque). En fin, tras sesenta años, tenemos que rendirnos al ideólogo de aquel slogan y afirmar que hoy, en pleno siglo XXI, Spain is different.