Quién lo iba a decir

Leo Cortijo
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Empezó a hacer música para «desahogarse» y sin saber muy bien «qué hacía»... y de ahí su nombre artístico. Probó, le gustó y ya ha grabado tres discos. Ahora prepara su próxima cita en Estival Cuenca.

Quién lo iba a decir - Foto: Reyes Martínez

La RAE define impensable como algo que «no se ajusta al pensamiento racional». Y eso fue, precisamente, lo que inspiró a Juan Carlos para buscar su nombre artístico una vez que decidió entrar de lleno en el complejo mundo de la música. En los carteles de festivales, conciertos y recitales no hay que buscarle por su nombre de pila, sino por Impensable. Tal cual. Así se le conoce en este mundillo porque «aunque suene un poco tonto», dice, para él resultaba inconcebible que un buen día pudiera dedicarse a esto. Además, remata con una sonrisa de oreja a oreja, «me sonaba bien como nombre artístico».

Este conquense empezó a «hacer música» hace seis años, siendo «muy jovencito». En un principio, reconoce con toda la franqueza del mundo, «lo hacía para desahogarme... no sabía ni lo que hacía y de repente me dije: ¡Igual podía grabar esto!». Pues dicho y hecho. Así nació su primer disco, La mala vida. Dos años después llegó Todo es culpa del 27, y el año pasado Masoca emocional, su tercer disco de estudio. Impensable no ha perdido el tiempo, y eso que, por el momento, no se dedica en exclusiva a la música. Es más, ésta por ahora solo es su principal afición, un «hobby» al que le dedica el tiempo que saca de aquí y de allá, pues se gana la vida «haciendo un poco de todo». Es reponedor, limpiador y técnico de sonido cuando sale algún trabajo, aunque la cosa en ese terreno ahora mismo «está un poco parada».

Aunque no es su dedicación plena, no se ha dormido en los laureles. Alteridad, El invierno más frío de mi vida, Mi corazón, Historias desordenadas o Tengo más ganas cuando no estás que cuando estás son algunas de las canciones con las que este entusiasta de la guitarra empieza a atesorar visitas en las redes sociales. Y no solo eso, sino también ovaciones en las actuaciones que ha firmado en Cuenca, sin ir más lejos en Los Clásicos o en la Sala Directo, pero también más allá de las fronteras conquenses, y es que tuvo algunos bolos en Valencia o Segovia cuando vivió en aquellos lares. El gran reto ahora mismo en este sentido es Estival, donde tiene una actuación confirmada que le llena de «ilusión», pues se trata de uno de los festivales más importantes de la región.

Ecléctico por naturaleza, a Impensable le cuesta definir su estilo de música. Reconoce que «va variando un poco», aunque sí tiene claro que lo que escucha no es lo que pone en escena. «Escucho grunge y punk y no hago eso», añade. Antes apostaba por el rock alternativo y ahora más por la canción de autor, en unos registros indies muy particulares. Lo que resulta inconfundible es su voz, muy grave. Una voz, por cierto, que se funde a la perfección con una letra que toca la fibra de aquellos que viven, sienten y aman Cuenca en su canción Soy de Cuenca (no se podía titular de otra manera...). 

Desde el Puente San Pablo veo Casas Colgadas

Veo muchos vestigios y una Plaza Mayor

Veo gente bajando por caminos de piedras

Edificios pintados con un gran resplandor

Monumentos sagrados, Catedral inefable

La Torre de Mangana controlando el reloj

Y en la Semana Santa, a tocar los tambores

Y a rendir a los santos en cualquier procesión

Soy de Cuenca, soy de Cuenca, soy de Cuenca, soy de Cuenca... y vivo aquí.

Así arranca este himno a la ciudad que «siempre» ha querido hacer. «Antes no tenía los medios ni tampoco sabía cómo hacerlo», comenta, hasta que un buen día que «no podía dormir» se le «ocurrió el estribillo» y se dijo a sí mismo: «¡De aquí puede sacar algo!». Cuenca siempre fue refugio e inspiración de artistas... ¿Lo será también para este Impensable?