Ya no llueve tanto como llovía. Pasar por la gasolinera a repostar supone ahora un golpe menos contundente en la cartera. Es cierto que todavía sigue cayendo una fina capa de agua que obliga a propios y extraños a medirse mucho a la hora de llenar el tanque del vehículo, pero basta con echar la vista atrás y comprobar que hace no tanto hubo un tiempo en el que la tromba de agua era insufrible. El precio de los combustibles se ha relajado de forma notable y la reducción en territorio conquense ronda entre el 20 y el 26 por ciento con respecto a mayo de este mismo año. Tras el pico en las postrimerías de la primavera e inicios del verano, la gasolina ha experimentado un paulatino descenso durante la segunda parte de 2022.
Hace poco más de seis meses, el surtidor de la gasolina 95 marcaba una tarifa muy cercana a los dos euros por litro. De hecho, ocho de cada diez estaciones de servicio en la provincia la despachaban el litro por encima de 1,8 euros. Hoy, mientras empezamos a saborear turrones, polvorones, mazapanes y demás dulces navideños, ese precio ha descendido por debajo incluso de 1,5 euros, lo que se traduce en una merma cercana al 26 por ciento. La gasolina 95 es el combustible que más caída ha contabilizado; unos puntos por encima de la de 98 octanos y el gasóleo A, según el Geoportal del Ministerio para la Transición Ecológica.
Estos dos se mueven en el umbral del 20 por ciento. El primero, sin ir más lejos, ha caído desde los dos euros en mayo hasta poco más de 1,6; y el segundo ha hecho lo propio desde el 1,9 en el que se movía hasta el 1,5 de ahora. Como nota curiosa, hay que comentar que los combustibles más económicos de toda la provincia se despachan en este momento en el centro comercial Alcampo: la gasolina 95 a 1,477 euros/litro; la gasolina 95 a 1,571; y el gasóleo a 1,552.
¿Estabilidad?. El presidente de la asociación de empresarios de estaciones de servicio de la provincia, Miguel Celdrán, parte de una premisa, y es que «cuanto más bajo y más estable» sea el precio de los combustibles, «mejor». «Como hemos manifestado en multitud de ocasiones, vaya caro o vaya barato, nosotros ganamos lo mismo... somos minoristas y vendemos un producto, no especulamos con él», subraya. A partir de ahí, desde el sector desconfían «bastante» de esta posible estabilidad porque la gasolina «es un producto que importamos, dependemos de factores externos y el mundo está como está...».
La importante, a juicio de Celdrán, no pasa por centrar el foco en que ahora «haya bajado momentáneamente el precio», sino por «analizar cómo se compone el mismo». De esta forma, «la solución no es ni dar una ayuda directa de 20 céntimos a través del distribuidor final ni tampoco cargar este producto de impuestos». Este colectivo aboga por medidas más «largoplacistas» y que no pasen por «estigmatizar» los carburantes tradicionales porque «sin ellos no se puede entender el futuro a medio y largo plazo».