Miguel Romero

CATHEDRA LIBRE

Miguel Romero


Saramago

21/10/2019

A diez años de la muerte del escritor portugués, de quién nos hizo ver el mundo desde otra óptica, si cabe, de otra manera, quiero hacer un Lauda hacia él.
Nos decía que «el viaje no termina jamás. Sólo los viajeros terminan. Y también ellos pueden subsistir en memoria, en recuerdo, en narración... El objetivo de un viaje es sólo el inicio de otro viaje» y realmente es así; pero todavía me viene más a la mente aquella frase que refería hacia las victorias y las derrotas, ahora, que en Cataluña están abriendo esa grieta profunda en la que los valores han perdido todo el sentido de la dignidad, «la derrota tiene algo positivo, nunca es definitiva. En cambio la victoria tiene algo negativo, jamás es definitiva».
¡Qué gran ejemplo el de este científico, pensador y escritor, filósofo y ensayista! y lo es, cuando en nuestra sociedad escasean los pensamientos acertados, los que deben hacer levantar la somnolienta sensación de que esto parece acabarse, sin más final que una pérdida del sentimiento y respeto humano. Tal vez ahora, nos venga también a la memoria las profecías de Nostradamus, y tal vez, tengamos ahora que darnos cuenta de cuál ha sido el camino que ha hecho de esta sociedad un mundo inhumano, impersonal, injusto, indigno e impropio.
Miro a los grupos CDR, esos que llaman Comités Radicales republicanos, esos que apelan a la Defensa de la República Catalana y detecto en sus actitudes rabia y desesperación, le miro a los ojos y veo a niños y niñas con odio en la mirada, sin retorno hacia la serenidad, hacia la solidaridad compartida, hacia el respeto en la convivencia. ¿Qué está pasando?
Dónde habita la educación que nos enseñaron nuestros abuelos, dónde ha quedado el sentimiento de ayuda, de comprensión. Por eso, aludo a los pensamientos de grandes ensayistas que definieron una filosofía de camino hacia el mundo de todos, de huir del materialismo que ha destrozado el germen de la paridad, el equilibrio, la igualdad.
Tal vez, José Saramago nos diera soluciones en momentos tan difíciles y es ahora cuando le echo todavía mucho más de menos. Lo hago cuando la Universidad de Castilla-La Mancha vuelve a iniciar ese magnífico proyecto en que las personas de una edad determinada, se reencuentran o viven por primera vez, la formación en valores, en saberes, en creencias.
El Programa Universitario ‘José Saramago’ 50 plus ofrece una alternativa a todas aquellas personas que encuentran placer en el estudio y que consideran que nunca es tarde para aprender. Esta iniciativa está dirigida principalmente a personas a partir de los cincuenta años que deseen completar su formación intelectual y por ella han pasado ya cientos de alumnos de Albacete, Ciudad Real, Cuenca, Toledo y Talavera de la Reina que se han enriquecido cultural y humanamente.
Las distintas razones sociales, educativas, demográficas, económicas existentes y el fomento de actividades que favorezcan el encuentro y el intercambio generacional de las personas mayores de 50 años justifican la integración de estos programas en la estructura universitaria.
¡Qué bonito ejemplo! Por eso, miro a los ojos de estos alumnos de 50 plus -los que ahora comparto como profesor nuevamente- y veo serenidad, respeto, deseo de vivir, sentir y creer en esa sociedad en la que han vivido sus experiencias profesionales, familiares, humanas. Todos ellos, nosotros, los que hemos adecuado los mecanismos que nos enseñaron para generar una sociedad mejor, sentimos la pena al reflexionar sobre ¿qué ha pasado y dónde hemos llegado? ¿quién tiene la culpa de ese odio, de ese rencor, de esa ausencia del respeto universal en el que el ser humano debe anidar sus creencias hacia una sociedad más equitativa? y, la verdad, no encuentro respuesta y siento pena, pena grande, desasosiego y miedo.