José Luis Muñoz

A SALTO DE MATA

José Luis Muñoz


El recuerdo de Marina en la crisis de Ucrania

03/03/2022

El jueves, 6 de agosto de 2015, la joven Marina Okarynska, nacida en Ucrania y residente en Cuenca, quedó con su antiguo novio, Sergio Morate, para ir a la casa en que habían convivido, en la urbanización Ars Natura, a recoger sus cosas. Marina tenía la experiencia de que el hombre no era persona de fiar y temerosa de alguna reacción violenta, pidió a su amiga Laura del Hoyo que la acompañara en la visita, pensando que en ella podría encontrar ayuda en caso de alguna agresión. Ninguna de las dos volvió a salir con vida de aquella casa.

Marina tenía 26 años y había trabajado de camarera en El secreto de la catedral y en la cafetería Ruiz. De estudiante, vino a España para unirse a sus padres, que habían emigrado anteriormente. La familia Okarynska había llegado a Cuenca hacía 14 años, procedente de Volochisk, un lugar situado al oeste del país. El padre fue ocupando diversos trabajos mientras la madre se especializó en cuidar a personas mayores. En cuanto a la joven, había pasado una temporada en Ucrania, donde inició una nueva relación sentimental y ahora había vuelto a Cuenca, a ver a su familia y recoger las últimas pertenencias personales que quedaban en casa de su antiguo novio. Lo que pasó después, la búsqueda angustiosa de las jóvenes, el hallazgo de los cuerpos en una poza cerca de Palomera, la huida del asesino cruzando en coche media Europa hasta refugiarse en Rumanía y todo lo demás, su captura, extradición a España y juicio condenatorio, es una historia perfectamente conocida.

El crimen de la joven ucraniana es un episodio personal, dramático, doloroso, obra de un psicópata. Lo que un sádico criminal llamado Vladimir Putin está haciendo en ese país es una canallada colectiva, que tiene como contrapunto la impotencia de los países occidentales, civilizados, democráticos, para poner coto a la agresión de este loco cuyo comportamiento debe ponerse en relación, necesariamente, con el ejemplo histórico de otro sujeto de similares características personales, Adolf Hitler. Esto quiere decir que el mundo en general se muestra incapacitado para poder controlar o contener los ímpetus agresivos de cualquier demente que, desde una posición de poder, decida por su cuenta que ha llegado la hora de invadir otro país. Eso, que en pura lógica, debería contar con mecanismos eficaces de alcance mundial, no existen. En compensación sí se ha puesto en marcha una amplia batería de medidas, probablemente inútiles cuando no insuficientes. Como nos están explicando estos días quienes entienden de economía, no está nada claro que esas medidas puedan afectar a Rusia como país, salvo algún desajuste puntual en la vida cotidiana del pueblo, pero no en el sistema económico global del estado ruso. Y que se les expulse de las competiciones deportivas tendrá su impacto popular y mediático, como es lógico, pero sin mayores consecuencias.

No soy ni militarista ni violento, pero echo en falta, como en las mejores películas bélicas o del oeste o de romanos una briosa reacción de los buenos para plantar cara a los malos y, si es posible, vencerlos y expulsarlos del territorio que alevosamente están ocupando a bombazos, masacrando a un ejército claramente inferior en número y medios y, lo que es peor, a la indefensa población civil. Pero los buenos, en este caso los países occidentales, se esconden bajo el paraguas de la no intervención porque la pobre Ucrania no es de los nuestros y no se puede tomar parte activa en su defensa, prudencia con la que, naturalmente, ya contaba el agresor que de esa manera puede seguir actuando de manera impune hasta que consume por completo la conquista del territorio. Algo no funciona bien en nuestro mundo, por más ONU, OTAN, UE y otras invenciones que se pongan en marcha para garantizar, dicen, la paz mundial.

En el Paseo del Huécar, a los pies de la Cueva de Orozco y unos metros antes de llegar al Teatro Auditorio, un sencillo monumento recuerda a las dos jóvenes asesinadas y "en homenaje a todas las víctimas de la violencia", lo que incluye a todos los ucranianos que estos días están siendo asesinados por el valiente ejército de Putin. "Que este lugar sirva para visualizar y honrar la memoria de las víctimas y sensibilizar a la población contra esta lacra social". Así sea.