«Esta apuesta vuelve a dejar claro qué es la SMR»

José Luis Enríquez
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El director artístico de la SMR ha perfilado una programación en el que este importante evento se "reencuentra con su esencia" y anima al público a disfrutar de los conciertos así como de obras maestras que nunca han sonado en Cuenca

Andoni Sierra - Foto: Santiago Torralba

Escuchar un Stabat Mater un Viernes Santo en un ambiente tan especial como el que rodea a la Semana Santa de Cuenca es una experiencia tan especial como única. Algo tan sugerente es lo que ofrece la Semana de Música Religiosa (SMR), que se desarrollará entre los días 1 y 9 de abril. Andoni Sierra (San Sebastián, 1971) cogió en julio la batuta como director artístico de un evento que cumple 60 años. En esta ocasión propone una programación que se «reencuentra con su esencia» y cuyo hilo conductor es la música de temática mariana. Serra quiere dejar atrás unos años difíciles para la SMR, consolidar el cuarto festival de música más antiguo de España «y lograr que el público se acerque a vivir estos conciertos en directo porque puede merecer la pena».

¿Cómo afronta una Semana de Música Religiosa que cumple en esta edición 60 años?

Con los números redondos ya se sabe lo que suele ocurrir porque tienen una cierta magia. Esa cierta magia hace que se creen unas expectativas y con lo cual hay que responder a ellas. Hay que estar despierto para responder con una programación a la altura.

Durante la presentación de la SMR decía que es «un reencuentro con la esencial. ¿Se refiere a que la música religiosa sea la columna vertebral?

Un poco va en esa línea. Es lo que es la esencia de un festival de arte sacro, en concreto de música sacra. Entiendo que la columna vertebral ha de ser siempre el repertorio religioso o, como mucho, un repertorio que ayude a crear esa atmósfera. Cuando digo religioso me refiero en un sentido más amplio, en el sentido religioso cristiano, que es el que más producción tiene, pero siempre estaría abierto a repertorios que tengan un carácter religioso con unas miras más amplias.

¿Confía en atraer más público con esta apuesta?

Esta apuesta creo que vuelve a dejar claro qué es la SMR y que el público no esté perdido.

¿Suena a crítica con lo que se ha venido haciendo en años anteriores?

Hay algo que me gustaría que quedara clarísimo porque además ha quedado reflejado en otras declaraciones, no sólo en esta presentación, sino en el Ciclo de Adviento también. Mi respeto para el trabajo de mis predecesores es absoluto, y más aún para aquellos como Cristóbal Soler y Daniel Broncano, que tuvieron que lidiar con tiempos muy difíciles, con limitaciones económicas y restricciones sanitarias. Bastante hicieron para sacar adelante unos festivales en estas circunstancias. Eso, repito, me encantaría que quedara clarísimo y no es, ni de lejos, una crítica a lo anterior, independientemente de que me guste más o menos la manera de programar.

La próxima edición contempla 16 conciertos. ¿Qué destacaría de esta programación?

Dos cosas. Una es que se presentan obras maestras que nunca habían sonado en Cuenca, y es difícil. Me refiero, por ejemplo, a La Pasión según San Lucas, de Penderecki, o el Stabat Mater de Dvorák. Y por otro lado, otra cosa que destacaría es la coherencia temática que hay en toda la programación, así como la variedad y amplitud de estilos, formatos, etc.

¿Y en cuanto a las actividades complementarias?

Destacaría la creación de un espacio para las conferencias previas, que no es algo que me he inventado ya que en tiempos pasadosse hacía, pero que creo que es muy importante. También las actividades de carácter pedagógicas, las máster clases, que tampoco son algo que haya inventado, pero que sí creo que son importante. Es cierto que estamos hablando de máster clases impartidas por profesores de prestigio internacional a las que van a tener acceso el alumnado que se acerque a Cuenca. 

La recuperación de la Iglesia de San Miguel como escenario también es un gran aliciente para esta SMR. Siempre y cuando las obras se terminen a tiempo...

San Miguel es un espacio emblemático por excelencia.Cuando se hacen obras en casa a veces se retrasan mucho, y si nos ponemos a imaginar lo que puede pasar en un espacio grande habrá que ser comprensivos si no llegan a tiempo. Por supuesto que tenemos un plan B, pero sería ideal poder disponer de un espacio tan especial como es la iglesia de San Miguel.

Como músico sabe lo que es tocar en la SMR, estuvo como barítono del Orfeón Donostiarra y dos ocasiones con Conductus Ensemble. ¿En qué faceta se encuentra más cómodo?

El trabajo que me toca desarrollar ahora es bonito, creativo y me permite conocer a personas muy interesantes. Además tengo la suerte de contar con un equipo que trabaja estupendamente y también la suerte de tener un Patronato que me apoya sin fisuras, pero mentiría si dijera que esto me gusta más que salir al escenario a dirigir.

El gusanillo va por dentro...

Sí. El gusanillo va por dentro pero cada uno tiene que tener claro para qué le han llamado. Y a mí me han llamado para dirigir la SMRy no para subir al escenario.

La SMR ha pasado por años difíciles, por decirlo de una manera suave...

Cuando se está gestionando dinero público hay un principio que tengo meridianamente claro, y es que hay que ser prudente y gastar con sensatez. Dependemos mucho de la respuesta del público, de la recaudación de taquilla, para poder decir 'hemos acertado'. Pero de ninguna manera voy a proponer una programación que sea un derroche. Eso es imposible en las coordenadas en las que me muevo. Eso debería ser un hecho que se repitiera siempre. Soy plenamente consciente de que tanto Cristóbal Soler como Daniel Broncano fueron muy estrictos con el gasto.

El presupuesto para esta edición es de 340.000 euros. ¿Las cuentas están saneadas?

Hasta donde yo sé, y creo tener muy buena información, las cuentas están completamente saneadas.

¿Qué aporta para lograr la estabilidad que necesita este festival?

Lo que puedo aportar desde mi labor como director artístico es que se consolide como festival con una propuesta de calidad, coherente, con personalidad propia, de tal manera que pueda resultar atractivo para el público.

¿Qué dificultades se ha encontrado en su búsqueda por la excelencia de la programación?

La mayor dificultad ha sido algo sobre algo de lo que nadie tenía la culpa. Es el hecho de que ha habido que programar dos festivales, porque en el medio ha estado el Ciclo  de Adviento, en un tiempo récord. La mayoría de las agrupaciones cierran sus agendas con un año, o dos  incluso, de antelación, y yo he podido empezar a trabajar realmente a partir de septiembre. Pero hay que saber amoldarse y nadie tiene la culpa de esto.Así que hay que hacer de la necesidad virtud.

¿Hasta qué punto es esencial el respaldo de los patrocinadores e instituciones publicas para la SMR?

El porcentaje de autofinanciación por venta de entradas es un poco bajo en comparación con lo que hay en otras latitudes. Una de las razones es porque los precios de venta de entradas son muy populares. Hay conciertos que se van a escuchar en el Teatro Auditorio que en otros festivales podrían estar costando tres veces más. Nosotros hacemos la apuesta por los precios populares esto nos obliga a que las instituciones y la figura de los patronos seas fundamentales para mantener el presupuesto saneado.

¿Con su experiencia como gestor cultural y ahora como director artístico de la SMR considera que es necesario hacer un esfuerzo didáctico para que la sociedad entiendan la importancia de invertir en cultura?

La cultura cuesta y sus frutos no son inmediatos.De la misma manera que sus frutos no son sólo económicos.Sí, a veces cuesta que la sociedad comprenda que hay que invertir en cultura, sobre todo porque hay que decirle que 'hay que invertir en cultura y vas a ver los frutos no mañana ni el año que viene sino dentro de cinco o diez años'.Vivimos, desgraciadamente, en la cultura de la inmediatez y remamos contra corriente.

¿Qué es lo que más le emociona personalmente de la SMR?

Esto es algo que no todo el mundo entiende, pero el hecho de que la SMR se desarrolle en los días de la Semana Santa es algo muy especial. Hay festivales por todo el mundo de arte sacro, pero muchas veces se sacan de las fechas a las que corresponden exactamente. El hecho de que puede sonar una Pasión o un Stabat Mater un Jueves Santo o un Viernes Santo es algo a lo que yo le confiero mucha importancia porque creo que cobra una dimensión especial. Si todo eso se hace en un ambiente como en el de Cuenca, donde la Semana Santa se vive de manera muy intensa, provoca que la SMR sea muy especial.

¿Cómo se ve desde fuera la SMR?

Desde fuera, y en algunas ocasiones ya lo que dicho, a pesar de estos años aciagos, la SMR sigue teniendo mucho prestigio. Es por eso que hay que aprovechar este momento de dulzura económica y serenidad para poder volver a relanzarla y extenderla por el mundo.Al final, cuando hablamos de excelencia no es sólo de la que hace referencia a la actuación artística, la excelencia es el trato a los músicos, en la organización. Eso es lo que los músicos van a trasladar en sus giras por el mundo a otros músicos. Es así como se consigue el prestigio, haciendo las cosas bien y llevando la excelencia en su máxima expresión.