Editorial

Patronal y sindicatos están obligados a alcanzar un acuerdo sobre los salarios

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Una inflación fuera de los márgenes aceptables tiene varias derivadas peligrosas para la marcha de la economía de un país, al igual que puede tenerlas una deflación. Hace semanas que se está poniendo el foco sobre la pérdida de nivel adquisitivo de los trabajadores, un hecho tan irrefutable como que las empresas están restando competitividad y reduciendo sus márgenes por el efecto nocivo de los costes de las materias primas, la logística o la energía, todas variables nucleares en multitud de sectores productivos.

Coincide que el periodo hiperinflacionista que padece todo el país está muy vinculado a situaciones coyunturales, no estructurales, por lo que resulta difícil predecir en qué medida se mantendrá en los parámetros actuales y cuándo regresará a la zona de contención. Es en ese contexto en el que la patronal y los sindicatos tratan de buscar un punto de encuentro a través del Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva (AENC), que ayer se dio por roto debido a las discrepancias entre las partes. El eslabón que se rompió es el relativo a la cláusula de revisión salarial en el supuesto de que la inflación permanezca más elevada de lo previsto y supere ampliamente los acuerdos, que no eran baladí. De hecho, la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) estaba dispuesta a firmar un 8% de alza salarial entre este año y 2024, un pacto que no ha estado sobre la mesa desde hace años. La patronal cree que lo prudente es firmar un documento cerrado que no dinamite las previsiones de las empresas si nuevos imprevistos sostienen el encarecimiento de la vida en cotas muy elevadas a largo plazo. Los sindicatos, que los trabajadores están perdiendo poder adquisitivo y que el empobrecimiento de la clase obrera lo es de todo el país. Son ambos argumentos respetables, pero representar significa aceptar la obligación de negociar y no levantarse de la mesa hasta alcanzar acuerdos. Romper es un verbo que conjuga cualquiera.

España, al igual que todas las economías desarrolladas, se enfrenta a importantes desafíos que han hecho que las consecuencias de la pandemia de covid ya no sean las más preocupantes. La inestabilidad en el Este de Europa, la impredecible reacción de un sátrapa como Vladimir Putin a su manifiesto fracaso en la invasión de Ucrania o los bandazos del régimen y la economía china obligan a las partes a nadar y guardar la ropa. Un 8% es una propuesta muy respetable que los sindicatos deberían valorar mejor. La patronal, por su parte, ha de armarse de argumentos para defenderlo. Lo que está de más son las amenazas, sobre todo aquellas que eufemísticamente hablan de un incremento de la conflictividad. Conflictos ya nos sobran.