Luis del Val

LA COLUMNA

Luis del Val

Periodista y escritor


Horteras millonarios

18/03/2022

Durante la posguerra española, los nuevos ricos que amasaban fortunas a costa del hambre de millones de españoles, llegaba un momento en que necesitaban que se supiera que eran ricos, y decidían comprarse un coche. Naturalmente, había que poner en marcha las influencias y los sobornos, porque en España no se fabricaban coches, y el bloqueo internacional nos convertía en una autarquía, donde la importación de cualquier producto era poco menos que imposible y, menos, un coche. Pero el dinero ablanda voluntades, crea influencia y, un buen día, el nuevo rico se encontraba ante un sagaz intermediario que le preguntaba qué tipo de automóvil querría comprar, y la respuesta de los nuevos ricos siempre era la más misma: "Lo mejor que "haiga". El dinero compra muchas cosas pero no aporta cultura, y el nuevo rico seguía hablando casi igual que cuando era pobre. De aquella situación salió un neologismo, "haiga", que significaba coche grande y lujoso. He tenido la curiosidad de consultar el DRAE y la definición de la Academia dice "automóvil muy grande y ostentoso, normalmente de origen norteamericano".

Me he acordado de aquellos tiempos que viví, a raíz del descubrimiento de que, todos los millonarios que ha fabricado Putin a su alrededor, tienen un yate. Lo que para los estraperlistas de los años cincuenta, en España, era un símbolo de riqueza ha cambiado. No se trata de conducir por el sólido asfalto, sino de mecerse en el fluido de las aguas de un puerto deportivo. Esa vocación marítima no me la creo, pero puede sustentarse en la necesidad de mostrar signos evidentes de la riqueza. Si el general se pone las medallas en su uniforme, que anuncian su valor, el nuevo rico se compra un yate para avisar de su poderío económico. ¿No hay animales que en el celo cambian de color? Pues los nuevos ricos, como cambiar de color puede ser doloroso e incómodo, han encontrado la medalla que les proporciona el diploma de nuevo rico: un yate ostentoso, lo mejor que "haiga", pero dicho en ruso. Que todos estos ciudadanos, convertidos en millonarios gracias al dedazo de Putin, hayan descubierto una escondida vocación marinera, no me lo creo. Y la prueba está en que hay años en los que el nuevo rico, ni siquiera pasa un sólo día a bordo.