«No podemos pedirles mucho más a los conquenses»

Manu Reina
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El director de Cáritas Diocesana de Cuenca, Pedro Bordallo, analiza la situación de la institución humanitaria

«No podemos pedirles mucho más a los conquenses» - Foto: Reyes Martínez

El destino final son siempre son las personas. Ese es leit motiv de Cáritas Diocesana de Cuenca desde que iniciará su andadura hace ya más de 60 años. Por lo tanto, más de medio siglo de vida de una institución humanitaria por la que han pasado innumerables voluntarios de la provincia para tender la mano y ayudar a los más desfavorecidos en diferentes momentos y situaciones de la vida. Al frente de esta organización en territorio conquense desde hace un año y cuatro meses se encuentra Pedro Bordallo, quien realiza un análisis exhaustivo de la misma con sus diferentes actuaciones. Además, ensalza el trabajo de las más de 300 personas que están involucradas de forma altruista ahora mismo en la institución con tal de no dejar caer a nadie. Y es que gracias a Cáritas Diocesana de Cuenca son muchos los individuos que tienen una nueva oportunidad de vida y pueden seguir adelante con más garantías. 

¿Cómo se encuentra Cáritas Diocesana de Cuenca en estos momentos?

La institución se encuentra como ha estado siempre. Es decir, sigue a disposición de los más desfavorecidos durante las 24 horas del día y los 365 días del año. Es evidente que Cáritas Diocesana de Cuenca ha ido cambiando a lo largo de sus 60 años porque la vida cambia y es necesario adaptarse a cada tiempo. No es igual que cuando se empezó, pero la problemática y el destino final siempre son las personas, algo que nunca va a cambiar.

La institución festeja en 2022 sus 60 años de existencia. ¿Cómo se ha celebrado y qué expectativas existen de cara al futuro?

Todos somos conscientes de que si estamos ahora aquí es porque hace 60 años empezó alguien con un cometido muy bonito que nosotros estamos ahora prolongando. Hemos tenido la suerte de conocer a la mayoría de los directores que han pasado por la institución. Además, con motivo del 60 aniversario, celebramos una Eucaristía donde reconocimos a los voluntarios, participantes, directores, secretarios generales o delegados episcopales, entre otros, que contó con la participación de numerosas autoridades. Tenemos la suerte de que seguimos contando en vida con numerosas personas que han estado siempre ligada a Cáritas. Nosotros seguiremos realizando el mismo cometido y sirviendo a los más necesitados. Ese es el camino que seguiremos sí o sí de cara al futuro. Nuestro propósito es ayudar al máximo número de personas. 

Cáritas Diocesana de Cuenca no existiría si no fuera por sus voluntarios. ¿Cuál es el perfil actual de estas personas? 

En estos momentos contamos con alrededor de 300 voluntarios en toda la provincia. No cabe duda de que

son el verdadero motor y pulmón de Cáritas Diocesana. Gracias a los voluntarios podemos dar el servicio de 24 horas al día durante los 365 días del año. Sin los voluntarios no existiría la institución. Actualmente el perfil de voluntario de Cáritas es femenino, ya que hay más mujeres que hombres. La mayoría de las personas son mayores o jubiladas, pero también tenemos un colectivo intermedio, que se está integrando. Aunque tengo que decir que la juventud cuando nos conoce, se van uniendo, pero va poco a poco. Tenemos que tener en cuenta que en Cuenca cuando trabajas con voluntarios jóvenes, que la mayoría vienen por temas académicos, terminan regresando a sus hogares cuando acaban sus estudios. Pero sí que trabajamos con todo tipo de voluntariado porque todas nuestras actividades abarcan muchos ámbitos, como ofrecer formación en diferentes talleres y actividades, ayudar a conseguir la tarjeta sanitaria, la nacionalidad, cualquier permiso o solicitar el ingreso mínimo vital, así como dar alimentos o buscar un trabajo en una empresa, entre muchas otras acciones. 

¿Qué papel ha jugado esta institución en la acogida de refugiados procedentes de Ucrania? 

La institución forma parte de la Comisión con la Junta y los servicios sociales que se están involucrando con los ucranianos. Cáritas Diocesana Cuenca es la tercera en intervenir. Primero se encuentra la Asociación Comisión Católica Española de Migración (Accem), después Cruz Roja y, en tercer lugar, Cáritas Diocesana de Cuenca. Desde que empezaron a llegar refugiados procedentes de Ucrania nosotros hemos ofrecido 13 habitaciones para personas que no tenían a donde ir. Estamos dando clases de español a ucranianos, ya que es importante que aprendan el idioma para que su comodidad en la capital y provincia sea mucho mejor al poder relacionarse e integrarse en la sociedad. Además, como no podía ser de otra forma, nos encontramos en las parroquias ayudando a las familias de acogida. Estas familias están viendo cómo sus recursos se han visto mermados al contar con más miembros. Por eso nosotros les ayudamos dándoles alimentos, material de higiene o ropa, entre otras cosas. Por ejemplo, hemos ayudado a casi a un centenar de refugiados con la entrega de comida y a una veintena de personas en clases de alfabetización del castellano. 

¿Qué importancia tienen el trabajo de las cáritas parroquiales? ¿En qué situación se encuentran?

Cáritas Diocesana Cuenca empezó en las parroquias. Con el paso del tiempo, se consideró tener una sede central que es la que está ubicada en la Avenida República Argentina. Actualmente, y como ha sido siempre, el trabajo de las cáritas parroquiales es ejemplar y fundamental para nuestro día a día. En total contamos con 35 en todo el territorio conquense, de las cuales ocho están en la capital y 27 en diferentes localidades de la provincia. Las personas que están en las cáritas parroquiales hacen un ejercicio imprescindible y de ahí se obtienen muchos ingresos para nuestro día a día. Además, se atienden desde ahí a numerosas personas desfavorecidas. No se puede entender nuestra institución sin sus cáritas parroquiales. 

En los últimos meses se ha registrado un incremento del Índice de Precios al Consumo y un aumento del consumo energético. ¿Estos aspectos hacen que lleguen más personas solicitando ayuda? 

Sin duda alguna. Estamos notando mucho este aspecto. La gente está teniendo problemas para salir adelante, incluso aquellas que tienen trabajo, pero cuentan con un sueldo bajo o mínimo. Está claro que al subir el precio del gasoleo, la luz o el gas, muchas personas no pueden hacer frente a ese incremento y demandan ayuda. En el último tiempo ha venido mucha gente pidiendo ayuda y nosotros les hemos ayudado. Pero Cáritas Diocesana Cuenca también lo ha notado en el economato. Cuando vamos a adquirir productos hemos percibido que también han subido los precios y eso hace que incrementemos nosotros un poquito también el precio de los productos. Está claro que en el economato los precios están bajos para que aquellos más desfavorecidos puedan adquirirlos. Pero es que éstas personas también han notado que en el economato es más caro comprar. Es decir, son conscientes de que con la misma cantidad de dinero se vuelven a casa con menos productos. Tengo que decir que las colectas en las parroquias están disminuyendo. Pero tengo que decir que nosotros con los conquenses estamos muy contentos porque siempre están ahí en todo momento. 

Por último, ¿los conquenses responden a la llamada de Cáritas Diocesana de Cuenca?

Estamos muy contentos porque los conquenses responden en todo momento y siempre que se les necesita. Además, somos conscientes de que no podemos estar cada cierto tiempo haciendo colectas para Cáritas. Es cierto que nos vendrían bien siempre, pero no pedir continuamente. También tenemos colaboradores, socios, voluntarios y empresas que prestan su ayuda y nos entregan dinero de forma anónima para que podamos llevar a cabo acciones. De verdad, no podemos pedirles mucho más a los conquenses. Están ahí cuando les pedimos ayuda. Por ejemplo, en la campaña ucraniana hicimos un llamamiento y se volcaron por completo hasta tal punto de reunir 60.000 euros para la causa.