A cuestas con la cuesta de septiembre

Leo Cortijo
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Los precios de la energía y la desbocada subida de la inflación, que no dan tregua a pesar de las ayudas, marcan el regreso a la rutina de muchos conquenses tras un verano sin apenas contención en el gasto.

A cuestas con la cuesta de septiembre - Foto: Eugenio Gutiérrez

Volver a la rutina. No son pocos los que lo ven como una necesidad imperiosa después de dos o tres meses, en el mejor de los casos, de ciertos excesos a todos los niveles. En verano se sale, se consume y se viaja más. Para muchos el año comienza en septiembre, de la mano del regreso de los niños a las aulas y del papá y la mamá al puesto de trabajo. Es momento de guardar bañadores y cremas solares, de ajustar horarios a marchas forzadas, de recuperar hábitos y costumbres... Ese despertador que suena a las siete de la mañana. El curso arranca de nuevo. Un curso, por cierto, que viene marcado por una palabra que se ha empeñado en acompañarnos desde principios de 2020 sin que se lo pidiéramos: incertidumbre.

Los conquenses afrontan una de las peores cuestas de septiembre que se recuerdan. Los termómetros que marcan la boyantía de la economía pintan nubarrones prácticamente al unísono, como músicos de una orquesta perfectamente acompasada. Informes y estudios macroeconómicos que arrojan guarismos titubeantes y que en la mayoría de casos terminan por trasladarse a los bolsillos del currito de a pie. Todo acaba teniendo su efecto, y éste vislumbra un horizonte –como poco– complicado para infinidad de economías domésticas.

Los precios de la energía en el mercado mayorista no dejan de crecer. El mayor quebradero de cabeza ahora mismo es cómo hacer frente a la factura de la luz o del gas este invierno, cuando el frío invierno apriete y las calderas marchen a pleno pulmón. En este capítulo, el anuncio del presidente Sánchez de rebajar el IVA del 21 al cinco por ciento llega como el agua en mayo. La invasión de Ucrania, a tan solo 3.000 kilómetros de la puerta de casa, mantiene en jaque a medio mundo, especialmente a Europa, que contiene la respiración por lo que podría llegar a pasar desde este mismo otoño. Es cierto que España parte de una situación mucho más ventajosa que otros países de su entorno, más dependientes del gas ruso. Ahora bien, en una economía global, deberíamos pensar que si las barbas del vecino están a punto de ser rasuradas, las nuestras tendrían que estar al menos en remojo.

La Comisión Europea, para cargar con este 'peso', ha cambiado el paso de un tiempo a esta parte. Como el bancero que se ve contra las cuerdas. Ha optado por subir los tipos de interés con el objetivo de que la inflación, a lomos de un caballo que galopa desbocado desde hace meses, se reduzca bajando el consumo. Eso es andar por el filo de la navaja cual funambulista por el alambre, y es que la espada de Damocles pende en todo lo alto bajo la amenaza de recesión. De hecho, una primera consecuencia es la subida del euríbor, el índice de referencia al que se sujetan infinidad de hipotecas variables, que cerró agosto en el 1,25 por ciento. Son niveles desconocidos desde 2012 –año tenebroso en lo económico– y de esta forma, un conquense con una hipoteca media de 150.000 euros a 25 años ha pasado a pagar 120 pavos más al mes. Y lo peor no es eso, ya que los expertos vaticinan que este índice puede terminar el año entre el 1,4 y el 1,9 por ciento.

La cesta de la compra. Hay más quebraderos de cabeza... Hay uno que lo marca todo. La inflación o el coste de la vida, llámenle como quieran, hace que nadie permanezca ajeno al incremento exponencial de los precios en casi cualquier producto, bien o servicio. El IPC supera las dos cifras. Escalamos cotas que llevábamos sin andar cuatro décadas. De hecho, en la región, donde ronda los 13 puntos, es uno de los más elevados del país y eso hace que todo se dispare, empezando por lo más básico. Los españoles elevaron su gasto en la cesta de la compra casi un 12 por ciento en julio con respecto al mismo mes de 2021, según datos de NielsenIQ. En este contexto inflacionista, la alimentación y las bebidas fueron los segmentos que registraron el mayor desembolso.

Con este panorama, el consumidor se lo piensa y modifica sus hábitos cuando acude al supermercado. Ahora se mira todo con una lupa mayor... la marca blanca sigue creciendo. Según este mismo estudio, la marca de distribución sigue fuerte en cuota de mercado y a mitad de año supuso ya un 40 por ciento de la cesta de la compra, creciendo 1,8 puntos frente al mismo mes del año pasado. 

En septiembre el golpe al bolsillo se acrecenta por la –para muchos temida– 'vuelta al cole'. Según un comparador bancario, los padres tendrán que desembolsar una media de 405 euros por hijo, lo que supone un cinco por ciento más que el año pasado. Libros de texto, comedor, clases extraescolares, uniforme, material escolar... todo pesa como una losa. Los libros, sin ir más lejos, se han encarecido entre un 10 y un 15 por ciento según apuntaron los propios libreros a La Tribuna. Y no es moco de pavo, ya que el pack completo, dependiendo del centro educativo y del nivel de estudios, está entre los 250 y los 350 euros. Otra china (o piedra) más en el zapato para intentar escalar la montaña septembrina.

Ayudará a capear el temporal la reducción del IVA en la factura de gas, como también fue una bombona de oxígeno el descuento en los carburantes que, por cierto, dieron cierto alivio en agosto. Por no hablar de la 'excepción ibérica' que Europa quiere ahora copiar para todo el continente. De no haber sido por esa medida de gracia la factura eléctrica supondría un 20 por ciento más. De igual forma, es tiempo de apretarse los machos.