Los hosteleros estallan porque se sienten «señalados»

Leo Cortijo
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El sector, que denuncia que se le trata «como al niño pequeño al que siempre se le echa la culpa de todo», destaca que la gestión no es la correcta y que está «harto» de trabajar desde hace un año con estos «vaivenes».

Los negocios de hostelería y restauración sólo pueden abrir al público sus terrazas y, además, con el 50 por ciento del aforo como máximo. - Foto: Reyes Martínez

Los peores presagios se han cumplido. Antes de Semana Santa, los hosteleros no escondían su temor por «volver a ser los señalados» si los contagios, como cabía esperar, aumentaban durante esos días marcados en rojo en el calendario. Ahora, cuando la resaca de esas jornadas festivas se traducen en un aumento notable de la incidencia acumulada en la ciudad, se topan de nuevo con una «dura» realidad que confirma sus mayores miedos, y es que Cuenca vuelve a estar inmersa en el nivel 3 de restricciones.

Este sector de la economía, fundamental en el tejido empresarial conquense, siente que paga «los platos rotos de nuevo» y que se le trata «como al niño pequeño al que siempre se le echa la culpa de todo». El presidente de la Agrupación Provincial de Hostelería y Turismo, José Manuel Abascal, evidencia su malestar ante estos «vaivenes» que les obligan a trabajar como un acordeón, «yendo y viniendo». En este sentido, recalca con vehemencia que la gestión no está siendo la correcta, y que están «hartos» porque «nos sentimos como los cangrejos: un paso para adelante y dos para atrás».

De esta forma, cree que de la política del «ensayo-error» que ha predominado hasta ahora por parte de los encargados de manejar los mandos de la nave «se tendrían que haber sacado otras conclusiones», pues abrir y cerrar continuamente la hostelería «no ha servido para casi nada». En boca de todo el sector, Abascal afirma que es «totalmente injusto» que se les señale como los supuestos «culpables» de esta situación «porque no somos los responsables del comportamiento individual de cada uno de los ciudadanos». Incluso dentro del propio sector, apunta que «pagan justos por pecadores», ya que hay muchos negocios hosteleros «donde se sigue un escrupuloso cumplimiento de las normas y donde la gente está controlada y vigilada». «No se puede medir todo por el mismo rasero», remata tajante en esta línea.

Así todo, el máximo representante del colectivo hace hincapié en que llueve sobre mojado para un sector ya «muy maltrecho» por el coronavirus, que le tiene «al filo del precipicio». Una piedra más en el camino que propiciará –a su juicio– nuevos cierres y un incremento de los ERTE. Eso si están abiertos, advierte Abascal, pues hay «muchos empresarios» del ramo que todavía no han alzado sus persianas desde el estallido de la pandemia hace ya un año: «Hay empresas atadas de pies y manos».