Entre frases hechas y lluvia de orejas

Leo Cortijo
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Guillermo Hermoso de Mendoza firma lo más destacado en el toro que cerró la Feria de San Julián gracias a un rejoneo serio, armónico y plástico dentro de una tarde excesivamente triunfalista.

Entre frases hechas y lluvia de orejas - Foto: Emilio Méndez

El mundo del toro está lleno de tópicos. En muchas ocasiones, convertidos en frases hechas que perviven en el imaginario colectivo de la afición y que se convierten en axiomas taurómacos. Una de esas manidas sentencias es «los rejones tienen su público». Y así es porque el público que llena los tendidos en una corrida de a pie poco o nada tiene que ver con el que lo hace para ver el arte de Marialva. Éste suele ser un público circunstancial. Ya saben de esos abonados que ceden su localidad para que vaya el compañero del curro o la prima del pueblo. Y ese auditorio de circunstancias va a la plaza única y exclusivamente a pasárselo bien. Por eso se emociona con bien poquito, basta con que un caballo sea bonito. Y también por eso pide las orejas a las primeras de cambio. Hay mucha predisposición... Pero en fin, el respetable es el que paga y el que manda, y éste quiso que en el cierre de San Julián se pasearan hasta seis orejas a pesar de que el toreo a caballo visto en el cómputo general no fuera nada del otro mundo.

Al Obrero que abrió la última del abono sanjulianero se le recetó un rejón de castigo caído antes de que Andy Cartagena clavara tres rehiletes a un animal con la transmisión justa. Por momentos, aunque efímeros, toreó bien a dos pistas. Lo hizo a lomos de Mediterráneo, que llamó la atención del respetable por lucir un 'pelazo' suelto al (poco) viento de Cuenca. A veces nos conformamos con tan poquito… Con Banderas siguió clavando madera en el justito animal de Benítez Cubero, llegando arriba con el recurso de hacer andar al caballo sobre dos patas. Efectismos que se prolongaron en la doma de Picasso, con el que dejó un par a dos manos y dos cortas más al violín.

Los dos de castigo le sentaron nada más que regular a Migajón, que hizo cuarto. El animal tuvo algo más de movilidad, pero como su primero, no terminó de romper y todo o casi todo lo tuvo que hacer él. Tiró de recursos en la doma y de adornos para conectar con un tendido sin demasiado eco hasta la segunda mitad. Así fue a lomos de Duende y Jinocente. Con este último toreó sin cabezada y colocó un par a dos manos en una moneda. Aumentó el interés y remató con las cortas y con Pintas para terminar de comunicar a una parroquia que acabó por entrar, y más tras el fulminante rejón. 

Medianoche apretó y acortó terrenos tras los dos de castigo que Guillermo administró sobre Jíbaro. Apostó por uno de sus caballos estrella, Disparate, para intentar poner toda la carne en el asador que el animal de Cubero no quiso poner. Descastado y reservón fue casi un imposible para el jinete navarro. Al menos para hacer el toreo que gusta. El guiso no cogió temperatura tampoco con Ilusión, y es que por entonces el oponente ya era un marmolillo insulso. En la montura de Corsario hundió el rejón a la primera, pero abajo, motivo suficiente a juicio del público para pedir las orejas con insistencia. El presidente, que sólo quería dar una, acabó claudicando para evitarse la bronca. Después del indulto frustrado del día anterior, como para repetir... Premio excesivo.

Los mejores pasajes del jinete estellés con el Zocato que cerró feria llegaron a lomos de Berlín. Fue, de largo, el mejor toreo de la tarde por serio, armónico y bien ejecutado. Algo no debió funcionar con Ecuador, pues intentó clavar en dos ocasiones, pero el caballo estuvo remiso y tuvo un comportamiento incierto. En su lugar salió Ilusión, con el que terminó de construir el parlamento más consistente de la tarde. La mejor obra, la peor terminada, ya que tiró todo por la borda por el fallo con el acero.   

Lea Vicens recibió a lomos de Cleopatra a Lechuzo, al que suministró hasta tres rejones de castigo… ni uno ni dos, tres. Casi ná. Las clavadas con Bético fueron muy desiguales y con el ajuste bajo mínimos. Afloraron las dudas y evidenció falta de ideas, y más cuando el animal se aburrió y terminó parándose por completo. A toro parado la cosa se puso complicada. Con Jazmín tampoco mejoró en exceso la obra y el remate lo puso con Espontáneo marrando con el rejón. Cabalgó con gusto a lomos de Guitarra para recibir al segundo de su lote, Ilustrado. Con Diluvio, que recibió algún que otro toque de los romos pitones, mejoró en las clavadas con respecto a lo visto anteriormente. El último compás con Espontáneo, que sacó para pasaportar a su oponente no fue bueno, pues mató de mala manera.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de Cuenca. 4ª y última de la Feria de San Julián. Casi dos tercios de entrada en tarde soleada y calurosa. Se lidiaron cinco toros de Benítez Cubero y uno de Pallarés (5º), reglamentariamente despuntados para rejones. De poca transmisión 1º, 2º, 4º y 5º; un marmolillo el descastado 3º; y con más movilidad e interés el 6º, el mejor del encierro.

Andy Cartagena: oreja y dos orejas.

Lea Vicens: ovación con saludos y oreja.

Guillermo Hermoso de Mendoza: dos orejas y silencio.