Pilar Gómez

MIS RAZONES

Pilar Gómez


La danza de las mascarillas

28/06/2021

¡Fuera mascarillas. Demos paso a las sonrisas! No son las palabras exactas pronunciadas por la ministra de Sanidad, pero se le parecen. O, al menos, esa es la esencia del mensaje. Una ráfaga de optimismo con música de spot publicitario. Un intento almibarado y cursilón de camuflar el duro impacto de los indultos sobre una sociedad saturada de la política de Pedro Sánchez hacia los dirigentes sediciosos del procés. La sociedad ha recibido con un mayoritario rechazo la medida de gracia para con los cabecillas del golpe al Estado en Cataluña, entre otras cosas, porque ni se han arrepentido y porque arden en deseos de ‘volverlo a hacer’ según proclaman con insistencia a grito pelado en todos los foros que les quieren escuchar. Sánchez necesita a ERC para navegar tranquilamente en el Parlamento hasta el fin de su mandato. De ahí la trampa, de ahí la iniciativa.
El nivel de saturación que muestra la sociedad española hacia estos pasos de Sánchez, que desmienten lo que él mismo había prometido y anunciado tan sólo unos meses atrás, es ya superlativo. Los sondeos muestran este desgaste del equipo de Gobierno, donde aumenta la preocupación y hasta emergen los nervios. De ahí las medidas de propaganda bastarda que ha alineado con urgencia. Las mascarillas, el retorno del público a los estadios, la engañosa bajada del recibo de la luz...
El asunto de las mascarillas merece reflexión aparte ya que se ha aplicado sin consenso y sin apenas explicaciones. Cierto que la pandemia no es tan dramática como tiempos atrás, merced al avance de la vacunación. Pero hay que tener también en cuenta que los contagios no han cesado, que aparecen nuevos brotes por doquier y que la medida se ha lanzado sin apenas explicaciones y sin llevar a cabo el necesario ejercicio de pedagogía. Algo que reclaman insistentemente los profesionales sanitairos, muy preocupados ante la nueva fase que ahora se abre. Hay gobiernos regionales que han invocado a la prudencia y a la sensatez de la gente, en contra de la gestión desarrollada por el equipo de Sánchez, obsesionado con lanzar mensajes de alegría y optimismo para recuperar algo de confianza en la opinión pública.
La pandemia sigue así, no hay que olvidarlo. Retirarse la mascarilla es medida que aliviará sin duda a una población muy machada psicológicamente. Pero no debe llevarse a cabo a la ligera, sin las necesarias precauciones para evitar pasos atrás que podrían resultar muy dolorosos. Sánchez, como el verano pasado, nos anima al relajo y la diversión. Bien está ahora, que no entonces, pero sus portavoces deberían extremar  las invocaciones a la sensatez y al sentido común para que la gente no se lance en tromba a las calles a quemar mascarillas como si el mal hubiera pasado a la historia. No es así. Las mascarillas pueden quitarse de la boca -en los sitios anunciados- pero no de nuestras cabezas.