Jesús Fuero

TERCERA SALIDA

Jesús Fuero


Puto negro

01/02/2021

Yo que amo al negro hoy lo detestaré. Un negro sin matices puede que sea un día oscuro. Caminar hacía el horizonte y hacerlo sin esperanza nos lleva a decir que lo vemos muy negro. Pero para negro el presente, y eso que España es un país luminoso. Antiguamente la novia iba al altar a desvelarse vestida de negro, y ahora nuestro desvelo es el negro mientras retrocedemos en la hechura del tiempo presente a lo incierto. Hoy el negro no es una opción ahora que la desigualdad no es casarse de blanco o de negro. Que el negro no es una opción para el parado de larga duración, y representa el abismo, un infierno azabache que lo consume en su mísera existencia. Negros son muchos de los que llegan clandestinos a la costa, arrojados por una patera a una playa canaria, negro su futuro, y negra la boca que en el mar se tragó a quién no llegó. Negro lo puso el blanco que lo manumitió en el aeropuerto de una península, y diremos que nos fastidian esos negros que vienen sin papeles. Las letras son negras en el blanco de la pantalla. Es blanca la bata del joven sanitario harto de firmar numerosos contratos, casi en negro, por días de trabajo, por cuidar la vida del enfermo que huye en la noche de su mal; negro no es el humo del avión al que muchos sanitarios se suben huyendo de la inseguridad, del horizonte negro que les espera si se quedan en España al raso de los contratos precarios que se hacen en sanidad.

Las personas más longevas que conozco tienen mucha más memoria que yo, y creo que mis abuelos y padres no vivieron mejor que yo, pero vivían esperanzados, luchaban por su familia, y siempre pudieron decir aquello que Cervantes dejo escrito, “denme cuatro libras de uvas, que en ellas no podrá venir veneno” o, “fuese un pedazo de pan y una cebolla”. Caminamos hacia el paniaguado institucional y por decreto, que se trabaja para pagar impuestos a las eléctricas que darán sueldazos a los politiquillos de hoy. Negro lo tenemos si no se puede vivir sin subvención, sin paro, sin ayudas sociales, sin pagas de cuatrocientos euros. Y parece que se puede vivir sin trabajar, y eso me pone negro, que yo recuerdo que antes el que estaba parado era porque le daba la gana y tenía un nombre, “gandul”, que siempre había quien necesitaba leña, cavar una viña, pelar unos mimbres, ayudar a construir un solado de hormigón, o segar una carga de espliego, y todo en negro, y todos felices de tener unos duros en el bolsillo para chatear o para la fiesta de septiembre, y nunca nadie se traumatizó ni pensó en cotizar. Ahora con la cotización de estos mini trabajos se paga la desvergüenza de otros y se juega con la esperanza de los que lo ven todo negro, y ya lo decía un amigo mío, “¡Venturoso aquél a quien el cielo dio un pedazo de pan, sin que le quede obligación de agradecerlo a otro que al mismo cielo!” y mi amigo murió pobre hace más de cuatrocientos años, y esa fue su ventura y la nuestra.

¡Como para para que no pensemos en el puto negro!, ese que no sé quién es pero que ha mamado leche negra o lechetrezna, y así nos tiene de mal miraos el de la negra col al que una sombra negra de vez en cuando oculta, como en las negras sombras chinescas. Y encima un bicho anda suelto y de negro luto tiñe España. ¡Puto negro! Y no soy machista. Para negra la que tenemos encima.