Hace ya tiempo, en 1751 se mandó levantar el nuevo Pósito para la ciudad y ello modificaba una nueva necesidad. La razón no es otra que la delicada situación del grano que por entonces se guardaba en la Real Casa de la Moneda: «...espuestos a perderse por la mucha humedad que les presta la prosimidad de las aguas del Río Júcar, que la baten por el norte, y no menos de la Huerta de Santiago (Archivo Municipal de Cuenca, leg. 334, fol. 45 r» del año 1751).
Es el siglo XVIII, ese momento clave para el Pósito de la ciudad. La verdad es que según hemos podido comprobar, las modificaciones de esta última obra serán claves para el uso contemporáneo, ya que abovedará las bóvedas inferiores realizando lo que se llama «caja del edificio», cuya función iría encaminada a utilizarlo para las numerosas especialidades como fueron carpintería, albañilería y yesería, necesarias para llevar a cabo la ejecución de la obra, máxime cuando debían estar bajo cubierto y evitar así las inclemencias del tiempo.
Cuando se entregó la obra el 6 de noviembre de 1753, los estucos y el decorado de fachada, así como el tejado acabado, era una realidad, maravillando la obra final al ver esa excelente decoración y ese buen despiece de sillares. En el año 1766, el señor Iruela era el interventor del Real Pósito, momento difícil por cuanto se produjeron los alborotos de la subida del impuesto del pan y el llamado «Motín del Tío Corujo», presión tumultuosa que obligo a que el entonces corregidor señor Cerdán de Landa obligara a Iruela a entregar las llaves del Real Pósito a los insurgentes, convirtiéndose su posesión en moneda de cambio para los distintos sectores implicados.
Acabada la guerra de la Independencia en 1814, donde sería usado para otros menesteres por las tropas francesas y habiendo sufrido también en la guerra de Sucesión al ser saqueado por las tropas austracistas, llegaríamos al final del XIX y principios del XX, siendo utilizado como almacén municipal y hospital psiquiátrico en muy poco tiempo. En 1906, para mejorar el acceso al casco histórico, se realizaron modificaciones en la fachada oeste del edificio.
Durante el conflicto de la guerra civil, igual que sucedería en otros puntos de la ciudad, se habilitó como refugio para evitar bombardeos y cuidar a la población que vivía al lado del río Huécar, barrio del Retiro, Santo Domingo y Tintes.
Entre el 1939, final del conflicto civil y el año 2000, se utilizarían parte de sus instalaciones, primeramente como cárcel en el tiempo represor y luego para actividades culturales, así como la primera ubicación del Museo Arqueológico de Cuenca que tanto potenciase su promotor don Francisco Suay. Y ahora, el Consistorio está haciendo un tremendo esfuerzo por finalizar su acondicionamiento y que ese apoyo del Consorcio de la ciudad pueda permitir un espacio más al desarrollo cultural de la ciudad, sin olvidar que en sus instalaciones sigue acogiendo el hogar profesional de la Banda Municipal de Música de Cuenca.