Óscar del Hoyo

LA RAYUELA

Óscar del Hoyo

Periodista. Director de Servicios de Prensa Comunes (SPC) y Revista Osaca


'Paraíso' de cenizas

26/06/2022

El aullido martilleante de una loba se escucha a lo lejos. Está exhausta, cansada de escapar de unas llamas que, ayudadas por las fuertes ráfagas de viento, devoran todo aquello que encuentran a su paso. En su frenética huida ha perdido a dos de sus crías y no ceja en su empeño de llamarlas, de atraer su atención. Su instinto le dice que aún siguen con vida, pero la realidad es que no han podido esquivar un incendio que se ha convertido en el mayor de la historia de España desde que existen registros. Las manadas de Canis lupus signatus se han visto obligadas a abandonar su hogar, la Sierra de la Culebra, la reserva más importante de este mamífero en el Viejo Continente, un lugar al que desde hace décadas muchos acuden a observar a estos animales imponentes y que servía de polo de atracción para consolidar una clase de turismo rural muy centrado en torno a la flora y a la fauna.

El paisaje es desolador. El verde tan característico de este enclave se ha tornado en negro y el inconfundible olor a pino ahora ha cambiado por el del humo y las cenizas, donde decenas de ejemplares de corzos y ciervos calcinados yacen inertes. Todo comenzó con una tormenta eléctrica. Varios rayos prendieron la mecha de un suelo extremadamente seco por la ola de calor y la ausencia de lluvias, ayudados por la falta de limpieza en la zona de pinares y castaños centenarios, que se transformaron en gasolina a lo largo y ancho de 30.800 hectáreas, la mitad de ellas arboladas, con un perímetro superior a los 120 kilómetros. El patrimonio ecológico de una de las reservas naturales más importantes de la Península Ibérica no se podrá recuperar en décadas. El desastre medioambiental es tremendo.     

Los bomberos que actuaron en la zona reconocen que jamás se habían enfrentado a un incendio de estas características. Ayudados en su lucha por los vecinos que, rastrillo, cubo en mano y hasta con sus tractores, trataban de frenar las lenguas de fuego, los efectivos admiten que las ráfagas de más de 70 kilómetros por hora se convirtieron en su peor enemigo, avivando unas llamas ya de por sí descontroladas que han transformado la zamorana Sierra de la Culebra en la funesta sierra negra.

Los daños materiales son enormes. Aunque no ha habido que lamentar ninguna pérdida humana -más allá del sufrimiento y la incertidumbre de las familias cuando fueron desalojadas de sus casas-, ni tampoco de viviendas, los habitantes de este paraje de la provincia más envejecida de España no podrán disponer de los principales recursos que les generaban ingresos. Ganadería, aprovechamientos madereros, micológicos -sobre todo boletus edulis-, cinegéticos, castañas, miles de colmenas y, sobre todo, el turismo que muchas de estas actividades llevan aparejadas. Todo se ha ido al traste.

La declaración de zona catastrófica, sumada a las ayudas económicas directas, tanto estatales como autonómicas, servirán para impulsar una recuperación, pero no silenciará la indignación de los habitantes de la zona, que critican sin ambages la falta de previsión y que el operativo antiincendios no estuviera ni siquiera al 50 por ciento pese a la ola de calor que elevaba el riesgo. Hablan de pasividad, denunciando la «pésima» gestión del incendio, por lo que demandan responsabilidades políticas -incluso piden dimisiones por no activar el protocolo hasta el 1 de julio-, reclaman más medios, más personal y que se lleven a cabo de manera regular labores de limpieza y desbroce para evitar que se vuelvan a producir situaciones similares. 

Pero no sólo los habitantes mostraron su repulsa por lo acontecido, los bomberos forestales también se manifestaron el miércoles, advirtiendo a los responsables políticos sobre la necesidad de modificar los protocolos existentes, puntualizando que llevan mucho tiempo luchando por un operativo público, con continuidad a lo largo del año, que esté bien formado y que tenga unas condiciones laborales dignas. Consideran que el incendio acaecido en la localidad abulense de Navalacruz en agosto del pasado año ya fue un «duro golpe» y el de Sierra de la Culebra ha sido «el último clavo en el ataúd de Infocal», el Plan de Protección Civil ante Emergencias por Incendios Forestales en Castilla y León.

No hay duda que lo ocurrido en Zamora merece una sosegada reflexión a todos los niveles. Son muchos los estudios que constatan que la mejor manera y la más barata -supone hasta 10 veces un menor coste- de prevenir siniestros de este tipo es utilizar animales para la limpieza del monte frente a otros sistemas químicos o mecánicos, pero la ganadería extensiva se ha convertido en algunos de estos lugares en una auténtica quimera y es necesario disponer de equipos humanos especializados para realizar labores de mantenimiento y desbroce que no se limiten a trabajar sólo en verano. La recuperación de la Sierra de la Culebra será lenta y pasarán años hasta que el aullido del lobo se escuche en un paraíso inigualable que hoy se ha reducido a cenizas.