Francisco García Marquina

EN VERSO LIBRE

Francisco García Marquina


Utilidad

29/03/2020

Los humanos hemos crecido tanto en suficiencia, que el Dios del Sinaí va siendo reemplazado por el microchip, entendiendo con esta imagen lo que la tecnología nos aporta de manera creciente.
Los racionalistas del XVIII nos despojaron de la superstición, pero como el hombre, ignorante de su situación y de sí mismo, necesita algo o alguien trascendente que le preste razón de ser y calme su angustia, ahora recurre a mitos de segunda mano, sea el ecologismo, el libre mercado, el nacionalismo o el feminismo, movimientos que se han convertido en religiones.
Dentro de sus tinieblas, el mundo antiguo era relativamente cómodo pues la divinidad era la maquinaria que todo lo justificaba. Yo creo que pese a los progresos culturales y las oscilaciones sociales, en la medida que el hombre se siente desvalido, Dios seguirá presente. Nietzsche dijo «Dios ha muerto», pero a Dios -como concepto- no hay quien lo mate porque su vigencia es prelógica, como otros instintos básicos humanos como el de conservación.
En mi último libro No sé qué buen color trato de tan espinoso asunto para concluir que la divinidad es un concepto ineludible: sea el hombre una creación de Dios o Dios sea una creación del hombre. Si crees en Dios, Dios existe y en su nombre se han generado tanto gestas como crueldades. Por Dios, Martín partió su capa con un pobre y Calvino dio brasero a Servet.
La peste de mediados del siglo XIV, que mató a media Europa, se tomó como un castigo de Dios y se hicieron rogativas, desfiles de flagelantes y sacrificios de uno mismo y también del prójimo, con una elección vengativa e injusta de las víctimas, como eran los judíos. Y ante el problema de la existencia del mal, cualquier catástrofe se sobrellevaba con la sentencia «son cosas que el Señor permite».
Donald Trump decretó el domingo 15 de marzo National Day of Prayer, sabiendo que América ha sido un afán del esfuerzo humano bajo la mirada de Dios y esta fe es la que logró unir y engrandecer a América. En el lema God bless America, el bendiciente es el gran placebo cuya existencia imaginaria no importa si tiene el efecto real de un motor de unidad y progreso.
Un médico en Lombardía, agotado e incapaz de hacer frente al desastre del coronavirus, cuenta que, con la idea de Dios, muchos ancianos morían en paz. Hay mucha gente que reza y les tengo un gran respeto y hasta envidia, porque la fe hace superar muchas dificultades, sabiendo que un ser magnífico controla la creación, aunque su fe se base en impulsos personales o argumentos por defecto, como que la sed explica la existencia del agua.
Que sólo nos queda rezar, es un dicho popular cuando tratamos de salir por medios extraordinarios de un estado catastrófico. Lo desmoralizador ahora es tener que hacer un esfuerzo tremendo con la esperanza de salir de una situación pésima para volver a otra de hace cuatro meses que era sencillamente mala. En tan miserable estado necesitamos creer en Dios by default.