Javier Santamarina

LA LÍNEA GRIS

Javier Santamarina


Al servicio de las damas

17/04/2020

La inmediatez de los medios y su avidez informativa requiere una rapidez en el análisis que se contradice con la prudente distancia que exige una reflexión. Los expertos hacen ejercicios especulativos sin tener toda la información y con una contaminada cercanía a dato. En estas últimas semanas hemos ido variando y matizando nuestras impresiones a cuenta del Covid-19, pero tendemos a olvidar que solo unos pocos tenían todo el conocimiento y tomaron decisiones con consecuencias fatales. Seguro que Fernando Simón habría dado lo que fuese por rectificar sus comentarios de enero, febrero y parte de marzo.

Por dicha circunstancia es imposible afirmar quién va a salir victorioso de esta pandemia y si me permiten, tampoco es factible saber qué gobierno ha cometido menos errores en el proceso. Los próximos meses nos iluminarán sobre el impacto que las diferentes estrategias tendrán en los distintos países. No sabemos si habrá una segunda ola, desconocemos cuanta gente ha superado con éxito la enfermedad y en la actualidad ignoramos el volumen de la factura económica; pero es evidente que será gigantesca.

Sí podemos afirmar que algunos cambios serán duraderos y otros reflejarán nuestras vulnerabilidades. En la industria todas las corporaciones y multinacionales han descubierto que su dependencia productiva de China es un ejercicio de irresponsabilidad, pues ni las dimensiones del mercado ni el coste de oportunidad justifican dicha concentración. Este año o el siguiente, las futuras inversiones de dichos gigantes se dirigirán a otros territorios para diversificar y en algunos casos retornarán a los países de origen.

Los mercados turísticos y especialistas en el ocio descubrirán que sus ingresos dependen de la voluntad ajena o del ahorro de los extranjeros que deciden relajarse en nuestro territorio. No es necesariamente malo, pero cuanto mayor sea su dimensión económica más expuestos estaremos a su volatibilidad. Las pandemias, las guerras o los atentados influyen en el estado anímico de la población y con la información instantánea actual su reacción es casi automática.

También iremos descubriendo las limitaciones del país cuando está tan altamente endeudado sin causa justificada. Cuando viene una crisis, deberíamos esperar la generosidad desatada del Estado para liderar la situación. Una deuda pública del 100% reduce las opciones y paraliza a los políticos. Es previsible que la próxima década veamos un gobierno menos intervencionista por eliminación, con suerte, después de superar la crisis.

Nada más finalice el confinamiento, tendremos que tomar decisiones individuales. Les recomiendo que disfruten de su libertad, consuman y generen riqueza.