Francisco Javier Martínez

CARTA DEL DIRECTOR

Francisco Javier Martínez


El futuro pasa por la cultura

28/08/2020

«Quien no quiera ver que la cultura es un factor económico de Cuenca es que es corto de miras». Así de tajante se muestra el director del Festival de Artes de Calle Conka Street, Rafael Gascón, en la entrevista de esta semana de La Tribuna. Y tiene toda la razón. Uno de los valores de la ciudad es un marcado carácter cultural, que, también hay que decirlo, no siempre es promocionada por las instituciones públicas locales, provinciales y regionales.
Como bien dice Rafael Gascón, la ciudad no cuenta con una industria que tire de la economía local. Su ubicación, lejos de los principales corredores de comunicación y con una orografía y clima un tanto peculiares hace que no sea una ubicación atrayente para que las empresas acometan inversiones que generen riqueza, incluido el empleo, en el territorio. Con este panorama, a Cuenca sólo le quedan dos clavos a los que aferrarse: turismo y cultura. Ambos están íntimamente unidos. Una buena programación atrae a visitantes de Madrid, Albacete o Valencia, por ejemplo, que generan ingresos a las empresas turísticas -desde un bar a un hotel o a una empresa de guías turísticos-.
La clave para encontrar la fórmula idónea reside en una programación muy trabajada. Y no quiere decir que tenga que ser cara, porque tenemos los ejemplos de las exposiciones de Ai Weiwei o de Bill Viola, cuyo coste fue millonario, pero que no alcanzaron las expectativas generadas a priori. En los tiempos que se nos avecinan habrá que priorizar las necesidades básicas sobre el resto, por lo que no habrá dinero público para sufragar grandes inversiones culturales. Ahora es cuando aflorarán los verdaderos gestores culturales que con poco consiguen mucho. Tendrán que echar mano de imaginación e ingenio para que la ciudad conserve esa atracción cultural para los foráneos. No será tarea fácil, pero por sus manos pasan algunas de las posibilidades de progreso de la ciudad.
Del turismo, ya hablaremos más adelante en profundidad, porque es un hecho más complejo. En estos meses veraniegos, el turismo rural registró buenas cifras de ocupación después del impacto del coronavirus que cambió los hábitos de los viajeros. Se desecharon las vacaciones de sol y playa, o incluso en el extranjero, para mirar hacia el interior tranquilo. En la ciudad hubo también un repunte de pernoctaciones, pero parece que aún insuficiente para paliar el boquete generado por el confinamiento y el temor de los ciudadanos a salir. La incógnita está ahora en qué sucederá en los próximos meses otoñales, con la segunda oleada de Covid-19 en todo su apogeo.