Antonio Pérez Henares

PAISAJES Y PAISAJANES

Antonio Pérez Henares


Los insomnios de Emiliano

30/11/2019

Emiliano García-Page dijo que Podemos, a los que acabó por devorar, le habían disturbado el sueño en Castilla-La Mancha. Hoy en nuestra región a Emiliano el sueño no se lo quita nadie. Tanto es así que se permite hasta «ayudar» al todavía mandamás del PP, líder es demasiado decir, aunque no deja de llevar veneno el elogio y que sea él quien hable mejor de Núñez que muchos dirigentes del PP. Por el interés te quiero Paco-Andrés, que contigo tengo media partida ganada, es lo que parece esconderse detrás. De Ciudadanos ya me contarán lo que queda y Vox, aunque para el futuro cuidadín, hoy le viene bien para reducir a los populares.
El insomnio no le viene, pues, por las cosas de la propia casa sino por lo que está empezando a afectar a muchos españoles ante la deriva que está tomando la situación, que cada día asoma con nubes más negras, con peores presagios y con una amenaza de una tormenta de tales dimensiones que puedan llevarse por delante nuestra convivencia y nuestra Nación. Lo que está sucediendo, más allá de la irresponsabilidad, blanqueo y sumisión de los medios de comunicación masivos que lo ocultan y pretender adormecer a la ciudadanía y del cántico al caudillo socialista de unas bases abducidas, es de una gravedad tal que no es exageración ninguna el decir que España se enfrenta a la situación de mayor trascendencia y de más terrible riesgo desde aquellos momentos determinantes de la Transición. Con una diferencia. La voluntad entonces era construir futuro mientras que ahora la irrefrenable deriva no parece ser otra que la suicida autodestrucción.
Emiliano García Page es un político inteligente y curtido. Afirmarlo es una obviedad. Pero hay más, y quien lo ha criticado con dureza incluso, como yo, puede afirmarlo también con claridad. En él hay una persona que tiene clara la idea de España, con el ancla bien echada en los muros y principios de la Constitución y que entiende cual es la misión de vertebración desde la izquierda que el socialismo debe ejercer. Y por ello estoy seguro que a Page algunas de estas noches le debe costar dormir.
Porque lo que está sucediendo y a lo que todo parece abocar es una verdadera pesadilla convertida en realidad. Ya no es solo supeditarse a una extrema izquierda con la que hacer un antes descartado reparto el poder. Ni siquiera eso es ahora lo peor. Lo terrorífico, y no es exagerada la expresión, si de lo que se habla es de pactar con Bildu en Navarra, que ya se hace con descaro total dando carta de normalidad a tal aberración, o de lo que se trata es de aceptar, porque se aceptará, y más aún tragará, el pisoteo continuo de la ley, la dignidad y el alarde continuo de la intención manifiesta de orinarse en los derechos y la soberanía del pueblo español y descuartizar la unidad territorial de España.
Porque ese y no otro es el precio del colchón en el que Sánchez quiere seguir durmiendo en Moncloa. Ese es el monstruo, el que anunció Rubalcaba y que a Emiliano se le aparece, porque es, más allá de siglas, el que se nos está apareciendo a muchos millones de ciudadanos que en eso tenemos un mismo sentimiento, una semejante pulsión y una similar preocupación. Porque eso es lo que nos une y nos ha unido a los demócratas desde que en España se logró alumbrar la libertad.
Para Page, además, la tensión tiene un añadido. Él es un dirigente del PSOE, un activo y de los más señeros, de un partido que es, ¿o ya ponemos fue? un referente de la España democrática y sobre quien recae hoy el principal peso de su preservación y defensa y lo que Emiliano no puede dejar de ver es por qué trochas se está metiendo, qué ofrendas sumisas está haciendo y hasta convirtiendo en propias, pongamos a Iceta o a Armengol o a Mendía, en ya homologables tantas veces las de nacionalistas e independentistas en obras y posturas.
Estoy seguro que Page está midiendo de continuo, entre la prudencia, los principios y hasta la angustia, el que debe, el que puede, el que conviene y lo que en decencia y principio es cada vez más obligado hacer. No es fácil. Y va a serlo cada vez más, porque sabe que a lo que tiende la situación es a empeorar y a entrar en ruta de colisión. Ha sido siempre muy hábil en el manejo de los tiempos y en saber medir las fuerzas y los momentos. También las palabras. Pero cada día que pasa es cada vez más imposible callar y que está ya en nada de que ya sea no solo delito el no hacerlo sino que a la palabra haya de unirse la acción. Mejor que nadie lo sabe él. Aunque los pasos o el paso que se puede ver obligado a dar le ha de producir vértigo tan solo el pensarlo.