Fernando J. Cabañas

OLCADERRANTE

Fernando J. Cabañas


12,00 euros

27/10/2020

Ese cruce de sensaciones que provocan unos tímidos rayos de luz y el fresquito que azota mi cara sugiere que puede ser un buen día para ejercer de cultureta. La primera parada me provoca desilusión. A pesar de llegar con mucho tiempo, me impiden acceder a la espectacular sala en la que el concierto tendrá lugar. El puñetero control de aforo con el que estos tiempos decapitan ilusiones me obliga a reformular intenciones. Pronto surge otro plan tan ilusionante o más que el frustrado. Decido dirigir mis pasos hacia el majestuoso ayuntamiento capitalino. Frente a la fuente de la diosa, cada vez más famosa por razones futboleras que por ser frigia o deidad de cavernas, fortalezas y montañas, se ofrece una exposición dedicada a un referente del arte universal contemporáneo. Allí, pinturas de Botero ahondan en su singular manera de exteriorizar sus visiones de personas, condiciones o creencias, entre otras realidades. Pronto centro mi atención en los breves textos que, estampados en las paredes, versan en torno a lo expuesto. En el primero ya me quedo pasmado. ¿Cómo puede ser que, en las escasamente cuatro frases allí fijadas, aniden juntos tantos problemas gramaticales, semánticos o sintácticos? Confío en que sea algo puntual, pero albergo pocas ilusiones al respecto. Sigo recorriendo salas y, cada vez más, la potencial pasión que podría despertar en mí el artista chileno cede en beneficio del cabreo que me provocan los textos del redactor. Tildes que sobran, otras que faltan, problemas gramaticales a espuertas, desconocimiento supino de las normas de la Real Academia, comas en lugares que provocan dolor de ojos, mayúsculas que ensangrientan, desconocimiento de las mínimas normas de estilo… ¿Pero quien es el osado que hace gala de tales niveles de ignorancia? Qué desfachatez. Experimento la sensación de que un mediocre —la web me hace pensar en una mediocra— está arruinando mi experiencia. Y la comisaria de la exposición ¿cómo se ha ganado el sueldo? Unos textos que no suman ni dos folios son fiel reflejo de la ignorancia y falta de pulcritud que campan a sus anchas en estos tiempos. Salgo a la calle. Tras haber gastado 12,00 euros, el sol sigue brillando sin que ser humano alguno lo supervise… de momento.