Jesús Fuero

TERCERA SALIDA

Jesús Fuero


Y diría Cervantes...

09/07/2019

Ahora que llega el verano cervantino es necesario andar cervantinamente. Pronto me acercaré a pasar la canícula a ese rincón de la Serranía en el que yo sé que vivió. Poco me importa que alguno de mis lectores no esté de acuerdo, más libres estarán los caminos y trochas. Y así, dejándome llevar por un pensamiento secular, quiero deciros que ahora cuando todo el cuerpo de nuestra nación, llamada España de momento, está corrompido y corrupto, deberíamos utilizar con él antes de que se termine de descomponer preferentemente el cauterio que abrasa y quema, que no el ungüento que reblandece; y así, con prudencia o sin ella, que el tiempo es oro, siendo sagaces, diligentes y temerosos justamente, abrasemos a quien nos devora y debilita. Es conveniente poner al frente de esta gran nación a alguien con fuertes hombros, capaz de mover con fuerza y autoridad en una misma dirección todos los poderes del Estado, moviendo deliberadamente el peso de esta gran máquina, sin que nuestras industrias, estratagemas, solicitudes y fraudes hayan podido deslumbrar los ojos de Argos, ese viejo perro que yo quisiera que guardase la patria que se nos dio en herencia y ahora es amenazada por infames enemigos que la acosan por todos los lados. Argos lleva esperando ya más de veinte años a que llegue su amo y mientras se consume en la tristeza de los días. A pesar de ello siempre está en alerta sabiendo que algunos de los nuestros llegan al gobierno como raíz escondida, que con el tiempo viene después a brotar, y a echar frutos venenosos en España. Yo sé que necesita estar de una vez ya limpia, ya desembarazada de los temores y hierbajos que han brotado en nuestra piel de toro, ¡o de perro!, como ya la he oído llamar, y hacen sufrir a tanta buena gente. 
Heroica resolución del gran Filipo Sexto, inaudita prudencia debería haber tenido, poder para encargar el gobierno a otro don, con Don, que venga con sus secuaces a poner en el paredón de la vergüenza y la miseria a los engreídos que hoy se aúpan en los hemiciclos, asambleas y demás parafernalias autonómicas fatuas e inservibles. Las contrarias al derecho que deben ejercer los mandos en las instituciones. ¡Viva! don Bernardino de Velasco, Conde de Salazar, que en tiempos de Felipe III puso orden en las campañas de Aragón (entonces también Cataluña) y castigo los excesos de ciertos mandos de la patria en Andalucía. A él se le encargó expulsar a muchos infieles sin admitir ruegos y dadivadas de príncipes Saudís o Qatarís, y otros que no vienen a España a trabajar y convivir, que aprovechándose de lo bueno de aquí no quieren ser como los de aquí, que si infieles llegaron infieles se van, que si harapientos llegaron con los bolsillos llenos se quieren marchar sin dejar testimonio de haber servido con lealtad a quien los acogió.
Al que nos venga con música de rebuznos, pongámosle de contrapunto el pino que sacrificaron para hacer mil batutas y démosle con el una estrofa de varapalos acordes a su música. Y dé gracias amigo, a que no lo santigüen con un palo, o le hicieran el per signum crucis con un alfanje o sable. Y es que los varones prudentes, las repúblicas y las monarquías bien concertadas, por cuatro cosas han de tomar las armas y desenvainar las espadas, aún a riesgo sus personas y haciendas: la primera, por defender la fe del pueblo; la segunda, por defender su vida, que según la constitución natural nos pertenece únicamente a nosotros y a Dios; la tercera, en defensa de su honra, de su familia y bienes; la cuarta, en servicio de su Rey, en la guerra justa; y si le quisiéremos añadir la quinta, que se puede contar por segunda, es en defensa de su patria antes de que la troceen unos indeseables. Pero hemos de ser humildes, que dar consejo a algunos es como «dar coces contra el aguijón».
Sigo dando forma al artículo, que se hace tarde y aún hay que mostrar las vergüenzas de algunos, despelotarlos antes de que nos dejen en cueros. Todas las personas son necesarias para el bien de la democracia. En las comedias, en el teatro, cada uno representa diferentes acciones de la vida humana. Pero cuando acaba la comedia los recitantes se desnudan y son todos iguales. Y algunos con menos atributitos de los que se les suponía...