Javier Caruda de Juanas

Javier Caruda de Juanas


Y ahora ¿qué?

07/01/2021

Aunque la Iglesia Católica nos dice que el tiempo de Navidad concluye el próximo domingo, festividad del Bautismo de Nuestro Señor Jesucristo, estarán de acuerdo conmigo en que para la mayoría de nosotros esta época tan especial ya ha quedado atrás. Buena muestra de ello es la cantidad de cajas, papeles de regalo y envoltorios varios que colman el contenedor azul, fiel receptor de continentes que no de contenidos. Con el sabor amargo de unas celebraciones un tanto atípicas nos topamos de frente con el día a día, querido lector, puesto que a partir de hoy podríamos decir aquello de “cada mochuelo a su olivo”. Es decir, retomamos nuestras rutinas y en el horizonte no se vislumbran celebraciones sociales, familiares, religiosas… que han marcado el paso durante las últimas dos semanas. Si les parece valoraremos el resultado de las mismas dentro de un tiempo.

Y entonces, tras estas dos semanas, ahora ¿qué? ¿qué hacemos?

Pues, por un lado, volvemos a la normalidad (si es que podemos calificar de normal este momento) debiendo afrontar una realidad que, tras la ceguera producida por las luces navideñas, nos presenta un panorama duro. Más allá de hacer una reflexión sobre el efecto pandémico en el total del territorio nacional, la realidad nos presenta una ciudad gravemente afectada por el cierre de negocios de todo tipo como podemos comprobar deambulando por cualquiera de nuestras calles. Pero especialmente doloroso es ver cómo ha afectado esta dichosa pandemia en los pequeños negocios del casco histórico. Un paseo, cualquier tarde de estas frías de enero, nos presenta un panorama en el que resistir es básicamente un ejercicio de voluntad. Demasiados han sucumbido ya a este envite. Urge adoptar medidas para evitar más cierres y, sobre todo, hay que tomar decisiones para fomentar la próxima y rápida implantación de empresas, la ágil apertura de negocios…No es el momento de crear comisiones, ni reuniones, ni pactos…es el momento de arremangarse y dar soluciones. Muchos de ustedes pensarán que una cosa es predicar y otra dar trigo. Es cierto. Pero tengo el convencimiento de que la ciudad saldrá de esta situación mejor preparada si aprovechamos este tiempo para saber qué queremos hacer cuando todo esto mejore, que mejorará.

Y, por otro lado, nos acercamos a un momento del año complicado. A ese blue Monday que los especialistas denominan el día más triste del año y que este año será el próximo 18 de enero, adornado con las continuas noticias de aumento de contagios, ertes..y ese clima de desesperanza que parece instalado en la unidad de memoria de cada uno de nosotros.

Y ahora ¿qué?

Pues, querido lector, aunque la realidad es la que es, toca volver los ojos a la infancia, a esos niños que hoy disfrutan como enanos de los regalos entregados ayer por Sus Majestades sin importarles en exceso la vuelta al colegio (me dejarán ustedes que otro día les hable de otros héroes de la pandemia, de los profesores) e intentar disfrutar de cada pequeño gramo de vida que se nos regala. Debemos seguir intentando entre todos que esta ciudad no siga languideciendo. Si todos ponemos de nuestra parte, si todos creemos en el trabajo por y para Cuenca, si entendemos que trabajar por ella es un regalo y que debemos hacerlo con independencia de ideología, creencias, opciones…esa actitud nos ayudará a construir el futuro de esta ciudad. No es sencillo pero es ilusionante, ¿no les parece?