Luis del Val

LA COLUMNA

Luis del Val

Periodista y escritor


Policías vilipendiados

04/06/2021

Admitimos, con paciencia y resignación, que un olvidado y olvidable ex vicepresidente del Gobierno dijera, cuando su autoestima de revolucionario de salón subía a lo más alto, que disfrutaba cuando veía a un policía pateado en el suelo por los manifestantes de turno.

Vimos a docenas de policías heridos en Barcelona y otras ciudades, durante los disturbios que se produjeron alrededor del golpe separatista, promovido por quienes ahora hay que indultar, no sea que se enfaden. Y esta semana hemos conocido el caso de dos policías -no son los únicos- cuya secuela de las heridas les han obligado a solicitar la jubilación anticipada.

Me refiero a los policías, claro, no a los promotores de los actos violentos, que esos no sólo no se jubilan, sino que nos anuncian que lo volverán a hacer, para lo que es necesario que les indulten y salgan de la cárcel, porque desde la celda intentas organizar un disturbio y te sale una mierda. Mejor fuera de la cárcel para que puedan promover una violencia callejera, que deje a más policías fuera de servicio.

Debe ser duro abandonar una actividad laboral a causa de las heridas sufridas en su desempeño, pero debe doler más, mucho más, infinitamente más, que el Ministerio de Interior considere que esa petición no tiene nada que ver con el desempeño de su misión, es decir, que el daño que sufrieron en acto de servicio se considera más bien el capricho de un par de vagos que no quieren trabajar.

No necesito sentirme ni padre, ni hijo, ni hermano de estos dos policías vilipendiados para que se me revuelvan las tripas, y la indignación sea tan intensa que me obligue a reflexionar para no acabar denunciado en los tribunales, al publicar palabras gruesas que los lectores de este correcto periódico no se merecen.

Pero tampoco la Policía se merece un ministro de Interior, que saca a su directora general de la Guardia Civil a pedir el voto para un determinado partido político, y cesa a coroneles que pretender ser honorables, como ha sentenciado un juez, y vilipendia a los policías que se juegan la vida por cumplir con su deber. Eso sí que no tiene nada de honorable.