Javier López

NUEVO SURCO

Javier López


El PP se mueve en Toledo

09/06/2021

Desde que terminó definitivamente la etapa de María Dolores Cospedal, el PP de Castilla-La Mancha anda como partitura en busca de ritmo y tono. La sucesión de Cospedal se sustanció en unas primarias en las que Paco Núñez se llevó el gato al agua frente a Carlos Velázquez, el que fuera alcalde de Seseña que ahora, tras un paso por la actividad privada, presentará su candidatura a presidir el PP toledano. Veremos hasta que punto la imputación de la expresidenta de Castilla-La Mancha altera el ritmo de los populares en la región. Lo cierto es que Núñez era el preferido de aquel aparato  del cospedalismo, sobre todo de la propia expresidenta, y las primarias las ganó  con más votos de los que se podría esperar dado que el otro contrincante, Carlos Velázquez, tenía un buen tirón, perfil reconocido y un equipo estimable de cuadros medios dispuestos a seguirle, pero no fue suficiente con ganar holgadamente en Toledo. Esos cuadros toledanos son ahora los que salen a la palestra a apoyar su candidatura.
La cita toledana será el próximo once de julio, justo después de los congresos de Cuenca y Guadalajara. A día de hoy la dirección nacional del PP expresa su deseo de que haya candidaturas unitarias, la consigna es que no se puede dar en este momento ninguna sensación de fisuras o guirigay interno. En las primarias que auparon a Núñez,  Pablo Casado, todavía con el influjo de Cospedal muy cerca, no mostró claramente sus preferencias aunque en ningún momento miró con desagrado la candidatura de Velázquez. Si el exalcalde de Seseña consigue ahora su objetivo, como parece previsible, nunca será un presidente provincial ni incomodo ni mal visto por la actual dirección nacional del PP.
¿Qué hará Paco Núñez?  Aceptarlo de buen grado, no puede presentar una candidatura alternativa que a todas luces perdería. A Núñez no le conviene nada abrir un frente de batalla interno en Toledo a dos años vistas de unas elecciones autonómicas en las que el dirigente regional del PP se juega el ser o no ser dentro de la política de Castilla-La Mancha. Sería una operación suicida. Núñez no es todavía suficientemente conocido en los rincones de la región que desea presidir y lo que menos le interesa es dar en este momento imagen de división interna. Otra cosa será como acepte, en su fuero interno, un PP en la provincia de Toledo con tono propio y presidido por la persona que rivalizó con él en el proceso de primarias. Carlos Velázquez está poniendo sobre la mesa, de forma inteligente, la carta de la unidad. Una vez que pase el Congreso tendrá que integrar.
Lo que se está ventilando en el fondo es un PP a la medida de Pablo Casado en los niveles provinciales, aunque siempre habrá territorios con  tendencia a marcar su propia impronta, como, cada uno en su tonalidad, el Madrid de Ayuso y la Galicia de Feijóo. De Castilla-La Mancha no se espera otra cosa que una fidelidad total al proyecto de Casado. Paco Núñez no tiene otra opción más que aceptar en buenos términos, más cuando aún no ha conseguido nada en clave electoral, y también aceptar  que en Toledo pueda haber un PP con sello propio. Claudia Alonso marca  impronta en la capital y  en breve lo hará Carlos Velázquez en la dirección provincial.
Todos remarán en la misma dirección en el corto plazo. La cita de Núñez es con las urnas autonómicas dentro de dos años. Si no consigue mermar el poder indiscutible de Emiliano García-Page es posible que las turbulencias comiencen en el PP de CLM sin ningún disimulo. Muchos son todavía los que relatan los tiempos en los que el PP de CLM era un nido de grillos donde resultaba imposible fraguar un éxito que solamente llegó a lomos de una crisis económica brutal, la que nos asoló hace diez años, y una mujer venida de Madrid, con raíces en Albacete, con proyección política nacional y presencia diaria en el telediario. La situación ahora es muy distinta, aunque las aristas de todo ese pasado sean en este momento una cuestión a resolver tras los últimos acontecimientos. Lo cierto es que el PP de Castilla-La Mancha lleva desde la marcha de Cospedal como en un estado de cierto letargo, sin grandes entusiasmos en sus cuadros medios, todos aquellos que son, al final, los que movilizan a las bases en cada uno de los pueblos donde hay una sede o un grupo de afiliados dispuestos a entregar parte de su tiempo a una causa política. El movimiento de Toledo parece tener la intención de romper esa tendencia.