Hay lecturas que te trasladan a universos inexplorados. Lo experimenté el domingo cuando por la tarde leía el artículo de Borja Hermoso, titulado ‘Los alucinados’, publicado en el País Semanal (11 de octubre de 2020). El texto nos sitúa ante la colección de dibujos que Roberto Polo, afincado en Toledo, con exposición en Toledo, inaugura en Cuenca. Y más concretamente en la Casa Zavala, en la que se muestran 250 ‘retratos imaginarios’ del ignorado en España pintor Flouquet. Según el autor los dibujos no son de personas concretas, aunque no he podido evitar pensar que esa impresión de imaginarios provenga de la ausencia de nombres. Contemplando algunos de los dibujos evocan rostros que circulaban por diferentes barrios o plazas de Berlín, París, Amberes o Bruselas, tras la Primera Gran Guerra. Europa en aquellos años, según testimonios pictóricos o literarios, era un territorio feo, poblado de mendigos, lisiados, hambrientos, borrachos, prostitutas.
El reflejo en los dibujos es la Europa deformada que relata Ödö von Horváth en un ‘Hijo de nuestro tiempo’ o ‘Juventud sin Dios’, no la brillante de Stephan Zweig o la despreocupada de Joseph Roth. Y que se describe en las novelas de Philip Kerr, sobre todo en la póstuma, ‘Metrópolis’. En los barrios que el comisario Bernie Gunther realiza sus investigaciones se mueven tullidos, asesinos fantasmales, bares decrépitos, personajes deformes por la guerra o por el desempleo, por la inflación galopante, por la falta de vivienda, por enfermedades diversas. Gentes miserables en un país derrotado, a lo que se ha sumado la voraz pandemia de 1918. Una fauna que Otto Dix, (en la novela de Kerr aparece como funcionario dibujante de la policía), recoge como seres muy parecidos a los de la exposición de Flouquet en Cuenca. «CORPO - Colección Roberto Polo. Centro de Arte Contemporáneo de Castilla-la Mancha» muestra en Cuenca esos rostros deformados que pintara Pierre-Louis Flouquet en la línea del expresionismo rabioso de Beckmann, el citado Otto Dix o George Grosz.
Tenemos en Castilla-la Mancha el privilegio de acercarnos, tanto en Toledo como en Cuenca, a un tipo de obra ajeno a nuestras influencias culturales. Roberto Polo, con esta exposición gráfica de Cuenca, y con la obra permanente en Toledo, nos abre las puertas a épocas poco o nada conocidas de una Europa agitada y encanallada. ‘Un tinglado de rostros fantasmagóricos’, en expresión del autor del artículo, Borja Hermoso.