José Manuel Patón

LA PLUMA CONTRA LA ESPADA

José Manuel Patón


Los desaparecidos

14/07/2021

En un miércoles 14 de julio hay dos tipos de desaparecidos. Los primeros, los que están más cerca, son los Ministros expulsados del paraíso por un Sánchez que recuerda mucho al Príncipe de Maquiavelo, o mejor visto, al Padrino. Los otros desaparecidos son los de verdad ‘desaparecidos’ por la policía cubana después de haber hecho unas ingenuas manifestaciones en pro de la democracia en Cuba, y en pro del papel higiénico, el jabón o una simple aspirina. Del ibuprofeno ni hablamos porque allí no lo conocen todavía.
Los desaparecidos de Sánchez serán como las lagunas del Guadiana, que aparecerán por otro lado en forma de consejeros de alguna gran empresa española, o directores de un nido de esos de víboras que se llevan todos los años un bocado del Estado en subvenciones. Los desaparecidos de Sánchez pueden quedar heridos, y como no se les puede rematar, hay que buscarles un refugio seguro y dependiente del propio gobierno que les anime a seguir vivos sin denunciar y a descabalgarlos en caso de que ladren. La lealtad debe tener un precio para los que se han batido el cobre, incluso en los aeropuertos llenos de maletas procedentes de Venezuela. El misterio tiene que irse a la tumba, y el coste da igual, una maleta o un puesto en una multinacional.
Pero los que me preocupan son los ‘desaparecidos’ de la policía cubana. Llevados a una antigua fortaleza que hace ahora las veces de campo de concentración sin alambradas, -con ellas se ve lo que hay dentro y con ladrillos no-, donde las torturas serán como el desayuno. Todos los días y a una hora determinada los perros guardianes de la dictadura, vestidos de verde, y con una insignia de ‘revolución o muerte’, gordos ya como el guardián del expreso de media noche, con esa cara que se les pone a los malos de malo, bajarán a cada una de las mazmorras, donde los ingenuos cubanos se apiñarán tiritando de miedo, y escogerán a alguno para darle una mano de lo mejor escogido en materia torturadora. Si hubieran conocido los de la Inquisición la picana, de la cárcel hubieran salido todos santos y arrepentidos, porque la picana depende dónde se aplique da incluso resultados increíbles. Yo conocí a un cubano que había confesado en Cuba que había matado a todos los de su calle.
Las madres de los desaparecidos de Cuba, -la de los ministros de aquí nadan en abundancia-, se pasean por todas las comisarías y los cuarteles de la policía cubana preguntando a ver si pueden localizar a su hijo, a su hermano, a su padre o a su marido. Sin noticias. La angustia también es una picana de futuro. Mientras ellas lloran y hacen un viacrucis de muerte, aquí, cuatro gilipollas con la boina del Che, pagados por la policía secreta cubana, hacen pequeñas contramanifestaciones a los cubanos que piden libertad y a los que llaman fascistas. ¿Sabrán quien fue el Che? La depravación se ha salido de la isla y ha entrado en política ¡Manda güevos!