Jesús Fuero

TERCERA SALIDA

Jesús Fuero


Decápodos y bípedos

12/09/2022

En mi corto verano he recaído en la cuenta de que a los desgraciados conquenses no nos dejan disfrutar de nuestra tierra, ni quitar unos cangrejos señal, que ya son invasivos, algo que lleva haciéndose tiempo en lugares como Soria. Pocos cogen el rojo (dicen que es porque no se pueda soltar vivo en otra parte, como si hubiera algún tramo sin decápodos), que matar lleva tiempo y al poco de cogerlos huelen mal. Antiguamente, osease, en la posguerra, había cangrejeros en la Sierra, y vivían de ello. Recorrían pueblos como Poyatos, Vega del codorno o Cañizares, en busca de los preciados austropotambius pallipes, ese melacostráceo decápodo, que es como sale en los exámenes de opositor. Cangrejo de fuertes patas y excelente sabor que en el tren o en el "ordinario" viajaba a los mejores restaurantes de Madrid. La primera faena que realizaban los cangrejeros era proveerse de cebo, y decían que nada mejor como los perros callejeros, esos que desaparecían y delataban a los cangrejeros cuando llegaban al pueblo. El lagarto era cebo, a veces para la lamparilla y otras para la parrilla, y lo mismo las culebras grandes, de blanca y delicada carne. También ocurría lo mismo con las truchas del terreno que caían en trasmallos y garapitos. Los conejos y liebres caían en los lazos. Se cogían los topos, y siendo mozo, el penúltimo cangrejero que conocí los disfrutaba mejor que el chuletón cuando los capturaba el mimbrero en los empoces para que no les cortara a los mimbres las delicadas puntas. Hoy nada de esto es posible. No es posible que el zagal advirtiese a los cangrejeros de que venían los guardias, ofreciéndoles un trago de vino de la bota que llevaba, y que era la señal de alarma cuando su captura se prohibió. La marca eran ocho centímetros, y yo nunca vi uno mayor de ocho en el río Cuervo, a pesar de su abundancia. Yo sé que los cangrejos no los exterminaron las lamparillas, ni las poblaciones de lagartos, topos, truchas, o culebras, los cangrejeros. El mal lo hacen los que sin saber lo que hacen y sin consultar a los que saben, se cargaron las truchas o los cangrejos, que no han sido los cangrejeros. Y se lo que digo. Ahora nos invaden especies que nunca habitaron nuestra tierra, homínidos harapientos, especies estrambóticas que van al Tajo o a las Chorreras a escuchar reguetón junto al río, a ponerse en el hocico porros sin hartura, y hoy no digo na de cormoranes, cabros, corzos de cuernos imposibles, y sobre todo la inhabilitadita amenaza que sienten los rupícolas habitantes de la Serranía, si hacen todo aquello que la gente corriente que ha vivido en el entorno de los ríos ha hecho siempre, hasta que dejaron de hacerlo por que desaparecieron los cangrejos, las truchas, y las veredas y trochas junto a ríos que solo visitan en algunos tramos los de los neoprenos, habiendo saturación de homínidos invasores y desnaturalizados en muchas partes de nuestros ríos. Eso sí, la población del cangrejo progresa adecuadamente, y la de los habitantes, esos seres humanos que siempre han vivido en consonancia con el medio ambiente en sus proximidades está a punto de extinguirse, ese tonto de las narices, que como los que han podado durante siglos los robles de Carrascosa de la Sierra lo han hecho sin tener ni idea, y lo mismo digo de los tileros desaparecidos, esos que no han sido incapaces de acabar con los bosques de Tilos de la Serranía tras siglos de podas, esos que los chuscos del selfi hoy presumen de haber cazado.