Fernando Jáuregui

TRIBUNA LIBRE

Fernando Jáuregui

Escritor y periodista. Analista político


Sánchez tendrá que hacer crisis de Gobierno

28/03/2020

Han pasado dos meses y medio escasos desde que Pedro Sánchez formó el primer Gobierno de coalición que España ha tenido en 80 años. Todos pensábamos entonces en una situación de relativa normalidad, en una ruptura escalonada hacia moldes de 'progresismo' que permitiese, quizá, salir de la crisis política que se vivía desde hacía cinco años. Pero llegó la pandemia, la catástrofe total y hoy sería difícil sostener que este equipo ministerial no está sumido en el desconcierto, que se hace patente en su voluntad de endurecer aún más las restricciones que otros países suavizan y en una demencial política de comunicación que genera creciente desconfianza en el ciudadano. Sé que esto que aquí me veo profesionalmente obligado a proclamar segura y lamentablemente no ocurrirá, pero he de decirlo: Pedro Sánchez tendrá (tendría) que hacer una crisis de Gobierno a corto plazo. Por su bien y, sobre todo, por el bien del país.

Comenzando por el reparto de las vicepresidencias, que era más bien un equilibrio de poderes que otra cosa: carece de sentido que Carmen Calvo coordine, desde la cuarentena domiciliaria --en realidad, todos los miembros del Ejecutivo deberían estar en cuarentena--, las tareas de los subsecretarios, en abierta pugna con otros miembros del Consejo de Ministros. En especial, con la ministra de Igualdad, Irene Montero, que ha mostrado patentemente su falta de idoneidad para estar en el Gobierno del Reino de España, confiemos en que aún la novena potencia económica del mundo. Carece de sentido ahora, por otro lado, mantener un Ministerio de Igualdad y no tener departamentos de Familia y contra la Exclusión, por ejemplo.

De la misma manera, pienso que resulta por completo innecesario un Ministerio de Consumo (y del juego, Dios mío): la inactividad, seguramente forzosa, de Alberto Garzón resulta clamorosa, y ahora nos dicen que se dará de baja temporal por paternidad. Pues eso.

Ignoro los méritos de la señora González Laya para encabezar un Ministerio de Exteriores que tiene que hacer frente a la pérdida de imagen de España, a la que desde diversos potentes medios extranjeros (The Guardian, New York Times, CNN) se acusa frontalmente de gestionar mal la pandemia. Por otro lado, no puede recaer sobre los exclusivos hombros del presidente del Gobierno la tarea de pelear en el seno de la UE por vencer los egoísmos proteccionistas de alemanes y, sobre todo, de holandeses ('el holandés errado', llaman al primer ministro Rutte en el Palacio de Santa Cruz). La UE se ha convertido en el club de los desastres, y sería preciso, para afrontarlo, un específico Ministerio para Europa, gerenciado por alguno de los grandes especialistas en la materia que existen en el Ministerio de Asuntos Exteriores.

Y está, claro, en el corazón de todo, el Ministerio de Sanidad. Sería absurdo culpar a su titular, don Salvador Illa, del principio de caos que se adivina en hospitales y centros de salud. Illa heredó, al recibir la cartera ministerial, una vieja tradición según la cual este Departamento era una maría, un premio de consolación a quien no se podía dar un Ministerio más importante. Su mérito era ser dirigente socialista catalán, no, obviamente, tener un mínimo conocimiento de la materia que tendría que gerenciar. Me parece urgente situar a un técnico, que refuerce la confianza ciudadana, en ese Ministerio: los hay, y muy buenos, procedentes de, por ejemplo, la época de Trinidad Jiménez al frente de ese Departamento.

Por lo mismo habría que modificar la manera de comunicar del Gobierno en la materia específica de esta crisis. Que no digo yo que Fernando Simón lo haya hecho mal, o que el secretario de Estado de Comunicación esté equivocado en todo. Digo solamente que, un mes después, el método ya está abrasado, lamentablemente.

Este debe ser un Gabinete de Crisis, enfocado a combatir la hecatombe actual en todos sus aspectos --económico, social, de seguridad--, además del sanitario. Los viejos esquemas de toma del poder y de asalto a los cielos, de pactos 'contra natura' para aprobar unos Presupuestos que ya para nada sirven, de equilibrios en un Parlamento que está congelado, de pactos imposibles con independentistas, se han quedado eso: viejos. Ya no es un Gobierno para durar una Legislatura, o media. Hay que hacer un equipo de emergencia, independientemente de colores, que mantenga su eficacia y su prestigio hasta mayo. Y después, ya veremos qué nos depara el futuro. Pero, de momento, este presente es ya inaceptable, bien que siento obligarme a decirlo.