Francisco García Marquina

EN VERSO LIBRE

Francisco García Marquina


El sexo relativo

09/02/2021

Sabemos que la sexualidad humana es un modo natural de reproducción de la especie por la atracción entre dos personas de distinto sexo, dimorfismo anatómico y diferente fisiología, con funciones complementarias. Pero a cada sexo no siempre le corresponde la dotación hormonal, psicológica y cultural clásica que le constituyen como género, existiendo la homosexualidad como una realidad diferencial. Este «tercer sexo» es el de personas que no entran en la clasificación binaria de masculino o femenino, a pesar de su integridad anatómica. Las sexualidades paralelas han tenido siempre relevancia, aunque al ser infértiles y distanciarse de la ‘moda’ estadística ha habido más épocas de persecución que de aprecio.
En mi descubierta sobre este tema, he visto la marca de ropa infantil ‘nununu’, que promociona la cantante Céline Dion, como una moda ‘de género oculto’. Es decir, que no exista una distinción de género y que los niños estén liberados de los roles de género tradicionales. Ya no habrá un color rosa para las niñas ni un azul para los niños, sino propuestas unisex. Esta nueva moda es atractiva pero, como nada es políticamente inocente, aparte de un gran negocio creo ver una aplicación de la teoría Queer con intención disolutoria de las identidades biológicas y culturales y la consecuente creación de un ‘New Order’ del que se lanzan mensajes implícitos y simbologías demoledoras de lo establecido y de apertura a libertades sexuales cercanas a la pederastia o el incesto. Es bueno eliminar un tabú, pero eso no obliga luego a estimular su práctica, ni se puede sustituir la prohibición de algo por la imposición de su contrario.
Dentro de la antropología cultural la relatividad sexual no es sino la recuperación de las libertades de la antigüedad clásica y los pueblo primitivos de amerindios que fueron eliminadas y perseguidas por la civilización cristiana como de una cultura bárbara. La noción de un tercer género fluido, masculino y femenino a la vez, entraba en conflicto con los colonizadores.
En las tribus del norte de América los bisexuales y los homosexuales, fuesen hombres o mujeres, eran llamados gentes ‘con dos espíritus’. Los juicios morales no eran rígidos, pues los heterosexuales podían emparejarse con los de su mismo sexo sin ser ésta una conducta homosexual, puesto que se sentirían atraídos por la parte del otro contraria a la suya. Pero no era el reino de la tolerancia sin tasa porque, aunque se admitiera la relación homosexual y la poligamia, se perseguía el adulterio y la violación.
La comunidad amparaba desde niños a las personas de ‘Dos espíritus’ y no les asignaban ni vestiduras ni trabajos de género, sino que les dirigían a oficios como el de hechicero al entender que tenían sensibilidad y facultad de videncia. Al poseer caracteres tanto masculinos como femeninos se consideraban poseedores de dones que les hacían entender los dos lados de todo. Se creía que si un niño empezaba a ver el mundo al mismo tiempo con los ojos de ambos ‘espíritus’ (femenino y masculino) era un regalo del Creador.
A pesar de su rompedora novedad, la sexualidad actual tiene orígenes y justificaciones antiguas y ha de ser respetada, siempre que no se imponga. Como es muy bueno ofrecer un balón a una niña, pero muy tonto arrebatarle una muñeca.