Fernando Jáuregui

TRIBUNA LIBRE

Fernando Jáuregui

Escritor y periodista. Analista político


Las mascarillas le pueden salir más caras, carísimas

06/06/2020

Los países --o los gobiernos-- que no saben dialogar son los que más trabajo dan a sus policías y a sus jueces. Mire usted lo que ocurre en España, sin ir más lejos: más de un millón de multas por burlar el confinamiento y seguramente más de veinte mil detenciones por lo mismo, sin que pueda yo presumir de tener datos exactos al respecto. Claro que, si no sabemos ni cuántas personas han muerto por coronavirus y te hacen un lío con las cifras reales de parados o con las encuestas oficiales, ¿cómo diablos vamos a aspirar a saber cuántos multados, detenidos o retenidos ha cosechado realmente esta triste reclusión de la que, poco a poco, vamos saliendo? Son muchos, en todo caso, y darán origen a cientos de miles de reclamaciones en los juzgados, colapsados ya para varios años.

Tengo la impresión de que el Gobierno está como reticente a levantar así como así el estado de alarma, que obviamente ya no puede prorrogar más. Pero, por si acaso, el martes aprobará un decreto que significa nuevas limitaciones a nuestra libertad de vuelo, y todo será, desde luego, por nuestro bien. O de eso me gustaría estar seguro: de que es solamente ese bien nuestro lo que mueve a los gobiernos de este país --ya digo que no hablo solo del actual, aunque sí preferentemente-- a actuar. El poder es dulce, y escribir en el 'Boletín Oficial del Estado' genera orgasmos de placer. A lo largo de mi ya dilatada carrera como mirón he visto demasiado reglamentismo, demasiadas limitaciones innecesarias, arbitrariedades varias, trampas mil y excesivas advertencias al ciudadano que uno, en su desconfianza innata, casi tomaría por amenazas.

Y, así, ahora nos dicen que no llevar mascarilla, cuando y como lo exija el gobernante (cuya vida guarde Dios muchos años), se multará hasta con cien euros. Carilla le va a salir la mascarilla al negligente, al disidente o al no informado que aún recuerda cómo el portavoz oficial, señor Simón, dijo hace no tanto que, al fin y al cabo, llevar mascarilla no era necesario. Claro que luego logró empeorar esta afirmación puntualizando que, si dijo que utilizar la mascarilla no era necesario, fue porque en ese momento las existencias del preciado bien enmascarado era precarias, así que para qué alarmar a la población. Menuda cara, doctor. Más cara que rizos.

Yo no sé tanto como don Fernando Simón, pero ver por la tele que no hay chino sin mascarilla, cuando ellos son los protomártires del virus, me hizo pensar que quizá el portavoz del mando entonces único y, por cierto, también el despistado director de la OMS no andaban muy acertados cuando decían que taparse la boca no era imprescindible. Bueno, rectificar es de sabios y ahora sí que es no solo conveniente para la salud, sino obligatorio so pena de multa. Así que ahora, mediante esta forma de gobernar testicularmente que nos caracteriza, multazo al canto en lugar de persuasión y amables campañas de esclarecimiento.

Algo hay, ciertamente, que sugiere que se trata al ciudadano más bien como súbdito. Y ya digo que no limito esta sensación al Gobierno actual, no. El 'ordeno y mando', que es una especie de trumpismo pero en moreno y cabreado --ya no tan bajito, que era como se calificaba al español: bajito, moreno y cabreado-- es inherente al hispano-poderoso: para conocer a una persona, dale poder.

Y, así, aquí, con un par, se decide no solo abrir, o más bien mantener cerradas, nuestras fronteras sin acompasarlas con las europeas --luego, claro, hay que volver grupas--, sino reglamentar conductas de la buena gente de la calle hasta el más mínimo detalle en los próximos meses. Con lo cual se consigue lo de siempre: cuando una orden o una ley generan incertidumbres, inseguridad jurídica o no pueden cumplirse, pues no se cumplen. Y luego que vengan policías y jueces a arreglar los, ejem, despistes, vamos a llamarlo así, de este Gobierno que, entre unas cosas y otras, nos está saliendo bastante carillo. Más carillo aún que otros anteriores, que ya es decir.