Javier Caruda de Juanas

Javier Caruda de Juanas


De calles, limpieza y asfaltos

10/06/2021

Pues ahora parece que sí, que es verdad. Llegados al cuarenta de mayo podemos quitarnos el sayo y cambiar nuestro modo de vida activando el modo veranito, por fin. El puente de la Virgen de la Luz es el corchete que cierra el ciclo invernal de la ciudad permitiendo que los más afortunados disfruten de los primeros baños y de la fresca cerveza. Todo con el sano pretexto de descansar, cargar pilas y todas esas cosas que decimos para contar que tenemos necesidad de estar tumbados al sol sin pensar en nada que nos moleste. Y más este año, después de todas las idas y venidas, sustos y disgustos que este maldito Covid nos regala aún cada día. Pero llega el verano y todo se encamina a crear un ambiente seguro que permita la visita de un amplísimo número de turistas. De hecho, contemplamos con estupor esta carrera entre los diversos países mediterráneos para ver quién es el que primero abre sus fronteras a los millones de turistas que se preparan, maleta en mano y aftersun en la otra, para disfrutar de sus merecidas vacaciones.

No es el momento (ni yo quien) para opinar sobre los vaivenes normativos sobre lo que se puede o no abrir, en qué cantidad y, sobre todo, quién tiene competencia para legislarlo. Pero este maremágnum normativo o legislativo queda reducido a esa radio que tenemos en casa puesta mientras que hacemos una tarea más importante o más urgente. Nos afanamos en poner en orden rincones de pueblos y ciudades, empezamos a plantearnos retomar actividades culturales y de ocio (siempre recordando que se deben guardar las medidas sanitarias vigentes) con el fin de presentar al visitante una ciudad que esté a la altura de las vacaciones soñadas. Y con ese deseo hacemos de lo que tendría que ser normal, algo extraordinario. La ejecución del segundo plan de limpieza intensiva barrio a barrio, que supone un complemento a la limpieza ordinaria, quitando pintadas, pegatinas, desbrozando, limpiando imbornales, de alguna manera responde a esa necesidad ciudadana de ofrecer al que viene lo mejor de la capital. No es que esté en contra de este plan, es más, todo lo contrario. Pero creo que este tipo de limpieza debería ser la ordinaria en toda la ciudad. Vamos, que mantener la ciudad en perfecto estado de revista no debiera ser lo extraordinario. Y ya que hablamos de darle una vuelta a la ciudad quizá deberíamos echarle un vistazo al lamentable estado de algunas de nuestras vías. Les propongo que caminen por la antigua carretera de Madrid. En el tramo existente entre la rotonda que nos lleva al cementerio y el enlace con el puente de la actual salida hacia Madrid nos adentramos en un territorio salvaje en el que prevalece la ley del más fuerte a la hora de aparcar o simplemente circular. La ausencia de pintura en el asfalto, el lamentable estado del mismo y el numeroso tráfico sin saber muy bien cómo comportarse dejan una estampa de desolación impropia del siglo en el que vivimos y de una ciudad que quiere adecentarse para propios y extraños.