Antonio Herraiz

DESDE EL ALTO TAJO

Antonio Herraiz


Toby y AstraZeneca

21/05/2021

No tengo perro ni mascota que me haga compañía. Es una pena porque no le puedo consultar. «Toby, majetón. ¿Tú que crees que es mejor opción? ¿La segunda dosis con Pfizer o con AstraZeneca?». La pregunta no tendría ninguna doble intención, a no ser que saltara el milagro y el perro empezara a hablar. Los dos estaríamos de igual a igual y con los mismos criterios farmacológicos y de vacunología. Es decir, tantos como sobre el cultivo del champiñón.
Entre dos millones de personas es seguro que habrá alguien que sepa de vacunas y conozca las virtudes e incluso las debilidades de cada uno de los fármacos que se distribuyen contra el coronavirus. Policías con formación médica, profesores que enseñan asignaturas de la rama sanitaria o bomberos que han estudiado alguna carrera relacionada con esa profesión. Sin un chequeo riguroso, Sanidad es consciente de que son una minoría. Le ha dado igual y ha dejado en manos de estos trabajadores esenciales la decisión de contravenir una sugerencia que no tienen claro ni en el propio ministerio. La recomendación es que los que se pusieron la primera dosis de AstraZeneca se coloquen la segunda con Pfizer. El principal aval es un ensayo del Instituto de Salud Carlos III con medio millar de voluntarios. ¿Son muchos o pocos? Espera, que pregunto a Toby. «Los resultados de hoy avalan poder vacunar a las personas que hayan recibido una primera dosis de AstraZeneca con otra vacuna de Pfizer, pero la decisión no corresponde a los investigadores de este estudio», concluyen los organizadores. Sanidad ha dicho que para adelante con esa tesis. En cambio, deja abierta una puerta: si hay alguien que ose completar la pauta con la misma vacuna, que lo firme por escrito en un consentimiento voluntario. Trasladan a los ciudadanos una responsabilidad que debería ser exclusiva de los que tienen la obligación de cuidarnos. La ética y la estética enterradas. ¿Dónde están ahora aquellos que se dedicaron a dilapidar a todo aquel que se atrevió a cuestionar la gestión del Gobierno durante los meses más duros de la pandemia? El cuñadismo, decían. «Igual que hay un entrenador de fútbol en cada espectador que acude al estadio, ahora, en cada casa hay un virólogo, un epidemiólogo y un científico experto en COVID». Todo fuera por justificar lo injustificable. Ahora, apuestan porque tú decidas, te impliques y, si te equivocas, asumas tu responsabilidad, no vayas a pensar que es una cuestión que deban cargar sobre sus espaldas los que manejan tus impuestos. El cuñadismo instigado desde La Moncloa.
Para perpetrar cualquier fechoría -y esto lo es- siempre es bueno buscar un tonto útil que termine por descargar cualquier problema posterior. Sanidad se ha acordado de que en España hay un Comité de Bioética. No le consultó cuando aprobó -sin escuchar a nadie- la Ley de la Eutanasia ni en tantas otras ocasiones. ¿Y qué va a decir este órgano? Cuando escribo estas líneas aún andaban peinándola, pero si da el visto bueno al planteamiento del ministerio sería la primera vez que el ciudadano pueda elegir la vacuna que le inyectan, algo a lo que siempre se ha negado Carolina Darias. Ahora, se han visto con el agua al cuello, bajo la presión de las comunidades autónomas que les recuerdan que las vacunas de AstraZeneca se acumulan en los congeladores. En cambio, si se impone la segunda con Pfizer a esos dos millones de profesionales que siguen en el limbo, se las tendrán que quitar a personas de más edad. Y todo por no hacer caso a la Agencia Europea del Medicamento.