Jesús Fuero

TERCERA SALIDA

Jesús Fuero


La que se avecina

08/10/2019

No estaría mal que algunos tras calentarnos e incendiarnos un poquito, un demasiado, un hasta las narices, volvieran a su esencia, y convertidos en humo sean cual chamusquina nauseabunda que se va, se diluye en el horizonte y nunca más vuelve. Que les dijéramos ¡humo!, lo que antes significaba, ¡lárgate de mis vista o atente a las consecuencias! amenaza que hoy se la reflaflifla al impostor. Como el humo de los incendios veraniegos que tanto apestan a negligencia por intromisión, y no digo más…
   ¿Y por qué ¡humo!? Porque ya no engañas a nadie que no haya perdido el juicio, o que no conserve la venda en los ojos que tú y tus esbirros le han puesto. Nos has dado sobradas muestras de quién eres, no es necesario que nos des más pistas en tu terrible circunstancia; ya sabemos que eres enemigo del hombre y solo generas sufrimiento, aunque los cretinos no lo quieran ver. El cretino sabido es que esta ofuscado, lástima que no sean solamente mudos que se engolan en las circunstancias que los favorecen inmerecidamente. Quédate en tus penas y placeres, en tus deleites, pero no sonrías más, deja ya esa pantomima; sábete, en fin, que yo soy uno más de los que tuvieron siempre a mal tu bien, tu trampa por trampantojo, tus convicciones por engaño, por veneno tus monerías, como un acto de injusticia el rictus de tu sonrisa. Que tú caigas en desgracia para mí es un acto de imparcialidad. Justicia es rendir al enemigo, más a ti que has eludido el estrado te han de facilitar el castigo. Hora es ya de auparte generosamente al tablado, al cadahalso del ajusticiado y prender la hoguera para que al fin encuentres tu destino. Para ti, que vendes humo, que administras al pueblo la mandrágora sin medida; para su excelencia o excelencio del género en que habitas y su evanescencia preparemos la mejor hoguera, la que cantando nombraba la Mandrágora, ¡la hoguera, la hoguera! Tus acusadores serán generosos contigo, dejaran que te defiendas usando la misma justicia que usaste con los que ofendiste, y allí veremos si aún te queda algún amigo o partisano que quiera ser tu aliado, que por ti abogue cuando tus solas manos puedas ofrecer, manos incapaces para el trabajo, manos sin callos, incapaces de concluir unos estudios, empuñar un fusil, o liderar el equipo del barrio en una competición deportiva. Ni pedir cual mendigo sabes con humildad, ¡chorra! Mis palabras salen de la celda, de la condena que impusiste a mis semejantes al gobernar la casa común con malicia y hacer entrar en ella la desgracia. La cárcel quieres para tu pueblo, ser alcaide que en el gozo de su soberbia, condena al inocente a los trabajos forzados a que las masas se verán sometidas para hacer de nuevo una nación próspera. Nadie abominó de su pueblo más que tú, ni siquiera el filoetarra que errando el tiro mató al inocente, ese que redimirá su cobardía en una cárcel “independiente”. La conciencia del cretino y la gloria de tu compañía merecen quienes aúpan al carcelero maracaibo. Apelo a la justicia, deseoso de que vea el rostro fantasmagórico, el humo frio de tu cara arrogante, el “belmes” de tu geta y de tu conocida apostura e impostura. Yo sé que mi poco valor no le quitará el favor a tu maldita gracia, pero quisiera que pronto la vida deposite en tus manos el dolor que tú has puesto en tu pueblo, la de tus semejantes, la de la patria que no eres capaz de nombrar.
   Ahora hay quien habla de las masas cretinizadas, una expresión que es insulto educado, ofensa en diferido a la parroquia, agravio que el necio del que hablo ha puesto sobre las cabezas de sus semejantes para que no vean la luz a través del humo. Y sorprende que sus esbirros no tengan media leche, ni media percha a pesar del diseño, ni un poquito de conciencia al sumarse a la indecencia del retablo de las maravillas del que forman parte.
   Veo al Boris, o mejor dicho, sus zapatos. Al Salvini, trepanando a su pueblo. A Macrón ensimismándose en la patrie de su frontera. La Frau Merkel como Dorothea desinflándose como un soufflé cuando se enfría. Repelús me da el rubio del estrambote y el del KGB que cantó Puturrú de Fua. Tanto veo que no quiero mirar ni al chino, que no puedo dejar de pensar en la que se avecina, tampoco en la serie.